Oraciones

Oraciones a la Santísima Virgen María

Oraciones a la Virgen María
Oraciones a la Virgen María

Estas oraciones son muy conocidas por los católicos y están siempre presente en libros de oraciones y estampitas. Si aún no te las sabes todas, anótalas en tu libreta o agenda.

Ave María

Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea;
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen Sagrada, María,
yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.

Acordaos (de san Bernardo)

Acordáos, ¡oh piadosísima Virgen María!
que jamás se oyó decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia o reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.

Animado con esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Virgen madre de las vírgenes!
y gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a aparecer ante vuestra presencia soberana.

¡Oh Madre del Verbo! No despreciéis mis súplicas;
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.

Amén.



Oración eficacísima (consagración)

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!
Yo me entrego del todo a vos.
Y en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día mis ojos,
mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro,
¡oh Madre de bondad!
guardadme y defendedme,
como cosa y posesión vuestra.

Así sea.

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
No desoigas nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.

Préstame, madre…

Préstame, Madre, tus ojos, para con ellos mirar, porque si por ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo, para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿qué más puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

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