Oraciones

Oración y reflexión de Navidad

Compartimos esta linda reflexión y oración para el día de la Solemnidad de Navidad.

  • Comenzamos con la Señal de la Cruz
  • Señor, abre mis labios, y mi boca publicará tu alabanza.

Oración inicial

Mi precioso Señor, Jesús, Te adoro con profundo amor y me regocijo en la celebración de Tu nacimiento. Tu amor por nosotros es insondable, es glorioso, transformador, imponente, y profundamente personal.

Elegiste venir y morar entre nosotros, nacer en la pobreza, el rechazo y la humildad. Sin embargo, Tu Madre sabía a quién daría a luz, su corazón se llenó del amor más tierno mientras adoraba a su Niño y a su Dios.

Ayúdame, amado Señor a llegar a amarte con el corazón de Tu Madre. Invítame a adorarte con San José y los pastores pobres. Revélame el poder glorioso de Tu nacimiento y cambia mi vida a causa de esta perfecta donación de Ti mismo. Te amo, amado Señor Jesús. Ayúdame a amarte con todo mi corazón.

Salvador recién nacido, yo confío en ti. Madre María y San José, rueguen por nosotros y por el mundo entero. Amén.

Reflexión de Navidad: ¡Gloria a Dios en las alturas!

El ángel dijo a los pastores: “No temáis; porque he aquí, os proclamo buenas nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo. Porque hoy en la ciudad de David os ha nacido un salvador que es el Cristo y Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y de repente apareció una multitud del ejército celestial con el ángel, alabando a Dios y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados del Señor”. Lucas 2, 10–14

¡Gloria a Dios en las alturas! Ha comenzado la celebración del glorioso nacimiento de Cristo el Señor.

Intentemos ponernos en la piel de estos pastores. Poca emoción habría aparecido regularmente en su camino. Eran pastores pobres y sencillos que pasaban el día y la noche cuidando las ovejas de los campos. Esa noche, un grupo de ellos se había reunido para la camaradería. Es fácil imaginar la escena normal de hablar, reír y estar juntos. Poco se dieron cuenta de lo que estaba a punto de suceder.

Mientras estaban reunidos, un ángel de Dios se les apareció y les anunció “¡buenas nuevas de gran gozo!”. Deben haberse quedado atónitos. Pero eso era sólo el comienzo. El ángel anunció que el Salvador del Mundo había nacido y luego, para su sorpresa, vieron a todo el ejército de ángeles celestiales cantando alabanzas: “¡Gloria in excelsis Deo!” “¡Gloria a Dios en las alturas!”

Estos humildes pastores fueron los primeros en ser llamados por Dios para ir a saludar al Rey recién nacido. Lo asombroso es que Dios no llamó primero a los que parecían más importantes para adorarle, en cambio, llamó a estos pobres pastores.

Una cosa que esto nos dice es que, a los ojos de Dios, todos son iguales. Dios no elige favoritos entre aquellos que son vistos como importantes a los ojos del mundo. Él ve el gran valor y la dignidad de todas y cada una de las personas y desea que todos nosotros, ricos o pobres, poderosos o débiles, vengamos a Él en adoración y amor.

La Navidad es una época llena de muchas cosas emocionantes. A menudo hay regalos y reuniones, comida y buenos momentos. Pero más que cualquier otra cosa, la Navidad debe verse como un momento para que demos un paso atrás y asimilemos el significado profundo y rico de este evento sagrado. Debemos ver, primero, que Dios entró en nuestra condición humana y, al hacerlo, es capaz de identificarse con todo lo que experimentamos en la vida. ¡Dios entiende la vida humana! Él mismo la vivió.



Por otra parte, debemos entender que el nacimiento del Salvador del Mundo y Su invitación a los pastores revela que todos y cada uno de nosotros estamos invitados a venir a encontrarlo. Dios se humilló a sí mismo de la manera más profunda para que pudiéramos llegar a conocerlo a Él y su perfecto amor por nosotros. “No tengáis miedo”, como dijo el ángel, de venir y contemplar al Cristo que vino como vuestro Salvador. No tengáis miedo de venir a encontrarlo, amarlo, adorarlo y conocerlo. Dios nos es dado, hoy, como un infante: pequeño, débil, frágil e inocente. No tengáis miedo de contemplar su humilde presencia y dar gloria a Dios por su bendita venida.

Oración

Señor, te amo y te adoro. Te agradezco por el don insondable de Tu divina presencia entre nosotros. Te agradezco, especialmente, la invitación que me ofreces para unirme a los pastores pobres que vienen a adorarte. Que esta celebración navideña sea una en la que comprenda, más profundamente, el increíble amor que tienes por todos tus hijos. Que sepa que Tú viniste por mí, para salvarme e invitarme a adorarte. Que yo, este día, entre en ese culto y adoración con todo el ejército Celestial. Amén.

Finalizamos con la siguiente oración mientras nos santiguamos

Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

¡Gloria in excelsis Deo!

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🌟Oración de Navidad + Reflexión de Navidad católica

Fuentes: mycatholic.life / John Paul Thomas

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