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Oración de adviento para cada día + reflexión 2023

Oración de adviento
Oración de adviento

¡Adviento, tiempo de alegría y esperanza! Nuestra corona se ilumina y esa llama disipa toda oscuridad en nuestras vidas. Nuestra esperanza y anhelo por ver al redentor se encienden junto a ella, mientras en nuestro corazón decimos «Ven, ven, oh Emmanuel, redime a tu pueblo Israel».

Oraciones de adviento para cada día

Aleluya, Emmanuel viene a ti, Oh Israel

Oración inicial para cada día

Dios misericordioso y fiel, en este tiempo de Adviento, elevamos nuestros corazones hacia Ti con profundo anhelo. Conscientes de la oscuridad que rodea nuestras vidas y nuestro mundo, abrimos nuestros corazones a la promesa de la venida de tu Hijo, nuestro Salvador.

En este periodo de reflexión y preparación, te pedimos, Señor, que ilumines nuestro camino con la luz de Tu verdad. Que cada vela encendida en la corona de Adviento sea un recordatorio de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, que disipa las tinieblas y trae consigo la promesa de redención.

Te pedimos, Padre amoroso, que fortalezcas nuestra fe, avives nuestra esperanza y renueves nuestro amor durante este Adviento. Que nuestros corazones estén abiertos a la gracia que nos ofreces y a contemplar el misterio de la encarnación.

Que este tiempo de preparación nos inspire a vivir de acuerdo con tus enseñanzas, buscando la justicia, compartiendo el amor y siendo portadores de esperanza en un mundo que tanto necesita tu paz. Amén.

Oraciones para la Primera Semana de Adviento

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Primer Domingo de Adviento

“Estén preparados y vigilando, porque no saben cuándo llegará ese momento”. -Marcos 13, 33

Hoy recibimos un llamado a la vigilancia y la preparación, una invitación a vivir de manera consciente y responsable, cumpliendo con las tareas asignadas por Dios y manteniéndonos alerta a las señales de Su presencia en nuestras vidas. Esta preparación debe ser continua, sin importar la hora del día o el momento de la vida en la que nos encontremos, e implica vivir de acuerdo con Sus enseñanzas, practicando el amor, la compasión y la justicia en nuestras vidas diarias.

En este día recordamos la importancia de la espera activa y la anticipación gozosa del nacimiento de Jesús, pero también de su segunda venida.

En este primer domingo de Adviento, reflexionemos sobre cómo estamos viviendo nuestras vidas, cómo estamos cumpliendo con las tareas que Dios nos ha encomendado y cómo estamos cultivando una fe viva y activa en medio de la espera.

Oración

Padre Celestial, en este primer domingo de Adviento, nos acercamos a Ti expectantes y vigilantes. Recordamos las palabras de Tu Hijo Jesucristo, quien nos insta a estar prevenidos y en vela.

Ayúdanos a discernir las tareas que nos has encomendado en esta vida, para que, como siervos diligentes, podamos cumplir con fidelidad aquello que nos has confiado. Danos la gracia de permanecer alerta, incluso en medio de la rutina diaria, para reconocer Tu presencia en cada momento de nuestras vidas. Que nuestras acciones reflejen el amor, la compasión y la justicia que Jesús nos enseñó. Amén

Lunes de la Primera Semana de Adviento

“Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará”. -Mateo 8, 7

Hoy, primer lunes de Adviento, nos encontramos con un hombre de autoridad militar, acercándose humildemente a Jesús en busca de ayuda para su siervo enfermo. La sorprendente humildad de este líder militar resalta la universalidad del llamado de Jesús a la fe y la curación.

Independiente de nuestras posiciones sociales, al acercarnos a Jesús con humildad y fe, inevitablemente experimentaremos la gracia y el poder transformador de Dios.

Reflexionemos hoy sobre la calidad de nuestra propia fe. ¿Confiamos plenamente en el poder y la autoridad de Jesús en nuestras vidas, o estamos limitados por nuestras propias comprensiones y expectativas? Cuando necesito sanación o ayuda, ¿a quién recurro?

Oración

Padre Celestial, hoy acogemos con amor las palabras de Tu Divino Hijo que nos invitan a confiar en su amor y benevolencia.

Con anhelada humildad te pedimos nos inspires a confiar en Tu disposición para intervenir en nuestras vidas, reconociendo que Tu amor va más allá de nuestras limitaciones y expectativas. Ayúdanos a buscar siempre el consuelo, la paz y la sanación en Tu Hijo Nuestro Señor y a guardar con esperanza la realización de grandes milagros en nuestra salud, nuestras emociones y nuestra vida. Amén

Martes de la Primera Semana de Adviento

“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeñitos”. -Lucas 10, 21

Hoy, primer martes de Adviento, recordamos la relación entre la sabiduría divina y su revelación a aquellos que son como niños en espíritu. Ser como niños implica humildad, apertura y una fe sencilla. A menudo, la sabiduría divina escapa a aquellos que confían demasiado en su propia comprensión, por eso, estas revelaciones son un regalo divino para aquellos que guardan un corazón receptivo ante las verdades espirituales.

Dios, en su soberanía y gracia, elige revelarse a quienes buscan sinceramente Su voluntad y confían en Él como un niño confía en su padre, y nos llama también a regocijarnos en las revelaciones que nos concede y a apreciar el privilegio de ser testigos del cumplimiento de su plan a través de Jesucristo.

Reflexionemos hoy sobre nuestras propias actitudes hacia la sabiduría espiritual. En lugar de depender de nuestro propio razonamiento, confiemos en que Dios nos revelará lo que debamos saber en el momento adecuado, siempre que nos acerquemos a Él con humildad y con fe sencilla.

Oración

Padre celestial, te alabamos y bendecimos porque, en la plenitud de tu Espíritu Santo, nos revelas las profundidades de Tu sabiduría y amor. Reconocemos con gratitud que, en Tu divina voluntad, te has revelado a aquellos que tienen corazones sencillos y humildes.

Permítenos, como pequeños en Tu presencia, recibir con alegría las enseñanzas de Tu Reino y vivir con gratitud por la luz que nos concedes. Haz que nuestras vidas reflejen la simplicidad de la fe y la receptividad a Tu verdad. Amén.

Miércoles de la Primera Semana de Adviento

"La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel”. -Mateo 15, 31

Hoy, primer miércoles de Adviento, no solo recordamos el poder milagroso de Dios, sino también la compasión y el cuidado profundo que Nuestro Señor tiene por las necesidades físicas y espirituales de las personas. Los enfermos y necesitados fueron transformados de maneras notables, y la respuesta natural de la gente fue glorificar al Dios de Israel. Aquello es un recordatorio de cómo los milagros de Jesús no deben conducirnos únicamente a la sorpresa y el asombro, sino también a la adoración y la gratitud. En estos milagros, vemos la manifestación del amor ilimitado de nuestro Creador.

Reflexionemos hoy sobre cómo nos sentimos y actuamos ante los milagros y las intervenciones divinas en nuestras vidas. ¿Nos llevan estos momentos de asombro y gracia a glorificar y adorar a Dios? ¿Reconocemos la abundancia de Su amor y compasión en todas las áreas de nuestra existencia? Procuremos siempre reconocer y celebrar la obra de Nuestro Señor, glorificándolo y adorándolo.

Oración

Padre Celestial, hoy te presentamos nuestros corazones agradecidos y maravillados por Tu poder transformador. Al recordar los milagros que realizaste entre la multitud, nos sumergimos en Tu compasión y Tu amor ilimitados.

Permítenos reconocer Tu deseo profundo de restaurar todas las áreas de nuestras vidas, tanto físicas como espirituales, glorificándote no solo con palabras, sino con acciones que reflejen Tu compasión y gracia, reconociendo que eres el único que puede saciar nuestras necesidades más profundas. Amén

Jueves de la Primera Semana de Adviento

"No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo”. -Mateo 7, 21

Hoy, primer jueves de Adviento, se nos llama a meditar sobre la importancia de la autenticidad de nuestra fe. No es simplemente cuestión de pronunciar palabras piadosas o identificarnos como seguidores de Jesús, sino de vivir una vida alineada con la voluntad de Dios. Jesús nos llama a ir más allá de las apariencias externas y a sumergirnos en una relación práctica y transformadora con Dios.

Reflexionemos hoy sobre la sinceridad de nuestra relación con Dios. ¿Hablamos de seguir a Jesús, pero nuestras acciones no siempre reflejan Su enseñanza? ¿Estamos dedicando tiempo para conocer la voluntad de Dios a través de la oración y el estudio de las Escrituras? ¿Estamos dispuestos a alinearnos con Su voluntad?

La fe genuina se manifiesta en la obediencia a Nuestro Señor y en un deseo sincero de hacer Su voluntad. Es un compromiso activo con la justicia, el amor y la compasión.

Oración

Padre Celestial, hoy reconocemos la profunda verdad de tus palabras. No queremos sólo proclamar con nuestros labios que eres nuestro Señor; más bien, anhelamos vivir de tal manera que nuestras acciones reflejen verdaderamente Tu voluntad.

Permítenos, Señor, buscar siempre una relación auténtica contigo. Que nuestras vidas no sean solo expresiones de palabras piadosas, sino testimonios vivos de Tu amor y Tu verdad y que el Espíritu Santo nos guíe a una obediencia sincera y transformadora. Amén

Viernes de la Primera Semana de Adviento

"Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho”. -Lucas 1, 38

Hoy, primer viernes de Adviento, recordamos esta sublime declaración de María, que nos revela su profunda fe y sumisión ante el plan divino y su disposición para aceptar la voluntad de Dios en su vida, a pesar de las circunstancias desafiantes.

Su respuesta refleja una humildad profunda y una confianza inquebrantable en la providencia divina. María se presenta como "la sierva del Señor", reconociendo su papel no como una imposición, sino como un acto voluntario de servir a Dios. Este gesto nos inspira a considerar cómo respondemos nosotros a los llamados y propósitos que Dios tiene para nuestras vidas, y nos desafía a examinar nuestra propia disposición para aceptar y seguir Su voluntad. ¿Estamos abiertos y dispuestos a decir "hágase" incluso cuando no entendemos completamente el camino que se presenta ante nosotros?

Demos gracias a Dios, que a través del Sí de María, le ha regalado el Salvador al mundo.

Oración

Padre Celestial, Te damos gracias por el regalo incomparable de Jesucristo y nos unimos a María diciendo: "He aquí tus siervos; hágase en nosotros conforme a Tu palabra", dispuestos a seguir tu plan divino en nuestras vidas. Que nuestra respuesta a tus llamados refleje una confianza inquebrantable y una humildad profunda. Que en este adviento nuestro deseo de aceptar Tu voluntad sea un reflejo de nuestra gratitud por la salvación que nos brinda Tu divino Hijo.

Permítenos vivir cada día con un corazón dispuesto a decirte que sí en medio de las incertidumbres y desafíos de la vida, confiando en que Tu plan es perfecto y Tu amor inagotable. Amén.

Sábado de la Primera Semana de Adviento

"Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar”. -Mateo 10, 8

Hoy, primer sábado de Adviento, se nos habla sobre la esencia del ministerio de Jesús y se nos presenta un llamado claro para quienes deciden seguirlo. Se nos invita a considerar cómo debemos responder al amor incondicional de Dios. Jesús no solo envía a sus discípulos a enseñar o predicar, sino también a realizar acciones tangibles de amor y compasión.

Ser discípulo va más allá de las palabras; implica acciones que reflejen el amor y la misericordia que Dios nos ha enseñado. Somos llamados a ser instrumentos de sanidad en un mundo herido, a mostrar compasión a aquellos que enfrentan el rechazo social, a proclamar vida y a liberar a aquellos que están atrapados en la oscuridad espiritual, sin esperar nada a cambio.

Esto nos desafía a cultivar una mentalidad de dar, sin reservas ni condiciones, reconociendo que nuestras acciones de amor y servicio son un reflejo de la gracia abundante que Dios ha derramado sobre nosotros.

Oración

Padre Celestial, reconocemos que las instrucciones que Tu divino Hijo dio a sus discípulos, también son una invitación para nosotros, Tus hijos, a ser instrumentos de amor y gracia en el mundo. Te agradecemos por darnos la oportunidad de participar en tu obra redentora.

Señor, danos la valentía y la compasión para ser portadores de sanidad en un mundo herido, para ser agentes de limpieza en medio de la impureza, para proclamar vida donde escasea la esperanza y para no rendirnos ante las fuerzas malignas que afligen a aquellos que viven en oscuridad.

Danos la humildad para dar sin esperar recompensa. Que nuestras vidas reflejen la generosidad y la bondad que hemos experimentado de Ti. Que tu Espíritu Santo trabaje en nosotros, capacitándonos para ser obreros diligentes en tu mies, llevando consuelo, esperanza y salvación a aquellos que más lo necesitan. Amén.

Finalizamos con la siguiente oración mientras nos santiguamos

Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.


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Oraciones para la Segunda Semana de Adviento

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Domingo de la Segunda Semana de Adviento

"Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”. -Marcos 1, 3

Hoy, segundo domingo de Adviento, se nos invita a considerar la importancia de la preparación espiritual a través de San Juan Bautista, la voz que clama en el desierto. Contemplemos ese "desierto" no como un terreno árido, sino como un espacio de austeridad, despojamiento y libre de distracciones, y busquemos en estos días ese espacio de soledad y silencio que nos permita enforcarnos en lo esencial.

Juan actuó como precursor, llamando a la gente al arrepentimiento y preparando sus corazones para la venida del Mesías. Su mensaje resuena en nuestras vidas hoy, recordándonos la necesidad de preparar nuestros corazones para la presencia de Jesús en este adviento.

La llamada a "preparar el camino" implica enderezar sendas y quitar obstáculos. Nos invita a examinar nuestras vidas y asegurarnos de que estén alineadas con los principios del Reino de Dios. ¿Hay áreas en las que necesitamos enderezar nuestras sendas, eliminar obstáculos de orgullo, egoísmo o indiferencia?

Oración

Padre Celestial, levantamos nuestro corazón en agradecimiento por las profundas palabras de San Juan Bautista, porque a través de él nos invitas a reflexionar sobre hacia dónde va nuestra vida y a reconocer la importancia de apartarnos del ruido del mundo para preparar nuestros corazones para la llegada del Salvador. Que estas palabras resuenen siempre en nuestra vida cotidiana para que podamos ser como San Juan, no sólo cristianos en constante preparación sino también mensajeros que invitan a otros a enmendar sus vidas.

Te pedimos, oh Dios, que nos concedas la fortaleza y claridad para apartarnos de las superficialidades de la vida y enderezar nuestros caminos hacia Ti. Permítenos liberarnos de distracciones y dirigir nuestra atención a lo verdaderamente esencial en nuestra relación contigo. Amén.

Lunes de la Segunda Semana de Adviento

"«Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados» [...] «Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»”. -Lucas 5, 24

Hoy, segundo lunes de Adviento, no solo se nos recuerda la autoridad única de Jesús como Hijo de Dios, sino también el poder que tiene para sanar. Pero Jesús no solo busca la curación física, sino también la restauración espiritual a partir de la reconciliación con Dios. El pecado, como enfermedad del alma, corrompe, debilita y distorsiona. Nos aleja de la plenitud de la vida para la cual fuimos creados, y sus efectos pueden ser evidentes en nuestras acciones, pensamientos y relaciones. Al igual que una enfermedad no tratada puede propagarse y afectar diversas áreas del cuerpo, el pecado tiene la capacidad de extenderse por nuestras vidas, causando estragos y separándonos de la presencia de Dios.

A través del amor redentor de Nuestro Señor, somos conducidos hacia una vida restaurada en comunión con Dios, quien nos ofrece entonces una oportunidad de sanidad integral. Jesús, el Médico divino, no solo perdona nuestros pecados, sino que también nos libera de las cadenas de la enfermedad espiritual, y por consiguiente, muchas enfermedades físicas son también sanadas.

Oración

Padre Celestial, Te entregamos nuestras vidas marcadas por el peso del pecado, reconociendo que nuestras acciones y elecciones nos han alejado de Tu camino perfecto. Como un enfermo busca alivio, buscamos Tu perdón, conscientes de que en Tu gracia encontramos la cura para nuestras almas y nuestros cuerpos. Como el sol de la mañana disuelve la oscuridad de la noche, haz que la luz de Tu perdón disipe las tinieblas del pecado que nos ha enfermado.

Señor Jesucristo, Médico divino, Tú, que llevaste sobre Ti nuestros pecados, danos la sanación que solo Tú puedes ofrecer.

Espíritu Santo, llénanos de fortaleza para resistir la tentación y la sabiduría para elegir el camino de la rectitud. Amén

Martes de la Segunda Semana de Adviento

"María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz”. -Lucas 1, 46-48

Hoy, segundo martes de Adviento, se nos presenta el cántico de María, conocido como el "Magníficat", una expresión profunda de gratitud y alabanza tras enterarse de que será la Madre del Salvador. Este pasaje resalta la humildad y la entrega de María, así como su profundo entendimiento de la grandeza y la gracia de Dios. A pesar de ser elegida para un papel tan crucial en la historia de la redención, María no se enaltece a sí misma. En cambio, se regocija en la oportunidad de servir a Dios.

Reflexionemos hoy sobre nuestra propia respuesta ante la gracia divina. ¿Cómo respondemos cuando Dios nos llama o nos elige para cumplir un propósito específico en Su plan? María nos muestra que la respuesta adecuada es la humildad y la aceptación alegre de nuestro papel en el servicio de Dios, y nos recuerda que Su gracia no sólo nos encuentra, sino que también nos puede transformar y llenar de gozo.

Oración

Padre Celestial, nos acercamos a Ti con corazones agradecidos, inspirados por las palabras de Nuestra Santísima Madre en su cántico de alabanza. Permite, Señor, que nuestros espíritus se regocijen en Ti y reconozcamos al igual que María, nuestra condición de siervos. Que nuestras vidas reflejen la disposición de servirte con alegría y gratitud, confiando en que Tu gracia nos capacita para cumplir Tu voluntad. Que nuestras vidas sean cánticos de gratitud y alabanza, y podamos también glorificarte con nuestras acciones diarias. Que Tu nombre, Señor, sea exaltado en todo lo que hacemos. Amén.

Miércoles de la Segunda Semana de Adviento

"Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré”. -Mateo 11, 28

Hoy, segundo miércoles de Adviento, se nos presenta un llamado poderoso y reconfortante de parte de Nuestro Señor Jesucristo. Estas palabras traen consigo una oferta de alivio y paz para aquellos que llevan cargas pesadas físicas, emocionales o espirituales, y nos dan a conocer la gracia y la libertad que provienen de seguirle.

Jesús nos enseña que Su yugo es suave y Su carga, liviana, ofreciendo no un alivio temporal, sino descanso para el alma, una profunda paz que proviene de nuestra comunión con Dios. Hoy, Nuestro Señor nos invita a venir a Él con nuestras pesadas cargas, reconociendo nuestra necesidad de ayuda, que es el primer paso para encontrar el descanso que nos ofrece. Ese descanso podemos experimentarlo siempre que acojamos Sus enseñanzas, donde encontramos dirección y consuelo.

Oración

Padre Celestial, hoy elevamos nuestras voces en gratitud porque nos haces saber que solo en Tu presencia encontramos verdadero consuelo y fortaleza. Te presentamos nuestras cargas y preocupaciones, conscientes de que nos has invitado a venir a Ti, a nosotros Tus hijos, cansados y agobiados, para encontrar alivio y descanso. En este acto de rendición, depositamos nuestras ansiedades a tus pies, confiando en que Tu gracia nos sostiene. Gracias, Señor, por el descanso que nos prometes, no solo en las circunstancias externas, sino dentro de nuestras almas. Permite que en cada paso dado bajo tu suave yugo, podamos experimentar también la libertad que solo Tú puedes ofrecer. Amén.

Jueves de la Segunda Semana de Adviento

"Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él”. -Mateo 11, 11

Hoy, segundo jueves de Adviento, se nos revela una perspectiva única sobre la grandeza y la posición dentro del Reino de los Cielos. Juan Bautista, lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, es reconocido por Jesús como el más grande, por ser el precursor que preparó el camino para Su llegada, por su valentía al proclamar el arrepentimiento y por su humildad. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que Juan. Esto resalta la singularidad de la nueva alianza inaugurada por Jesús, especialmente a través de los sacramentos, donde cada fiel tiene acceso a una participación íntima en el misterio de la redención, e independiente de su posición social o logros terrenales, experimenta una grandeza única al estar unido con el Salvador.

La grandeza que Jesús nos regala por el bautismo y los demás sacramentos a cada uno es mayor que la de Juan Bautista, pero esto no debe hacernos sentir más grandes hoy, ni nos garantiza tener esa grandeza en el Reino de los Cielos algún día. En realidad, se nos ha dado para ponernos al servicio del evangelio y del hermano, y para hacer presente a Jesús en el mundo a través de nuestras acciones. Sólo así podemos transformarnos en el más pequeño de nuestros hermanos, con esa pequeñez que pide Cristo, que nos habla de humildad, de ser como niños, y de fe ciega. Es a través de esa pequeñez que podemos conservar con nosotros ese regalo de la grandeza que nos ha dado Cristo, en el Reino de los Cielos.

Oración

Padre Celestial, hoy queremos acercarnos a Ti con la humildad de los pequeños, confiando en Tu gracia y misericordia. Nuestros corazones te alaban por permitirnos, a partir de nuestra pequeñez, ser grandes en el Reino de los Cielos. Permite que la grandeza de Juan Bautista nos inspire a participar activamente en el servicio del evangelio, y que nuestras vidas reflejen la verdad y la alegría de Tu Reino, para animar a otros a ser portadores de Tu verdad. Ayúdanos a proclamar la buena nueva no sólo con palabras sino principalmente con nuestras acciones. Y que al acoger las enseñanzas de Tu Divino Hijo, podamos encontrar un día nuestro lugar en el Reino de los Cielos. Amén.

Viernes de la Segunda Semana de Adviento

"Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron: Está endemoniado. Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Con todo, se comprobará que la Sabiduría de Dios no se equivoca en sus obras". -Mateo 11, 18-19

Hoy, segundo viernes de Adviento, se nos presenta una observación de Jesús sobre la dificultad de complacer a la gente, ya que ni la severidad de Juan ni la amabilidad de Jesús satisfacían completamente sus expectativas. Esta observación nos enseña la importancia de discernir y responder adecuadamente al mensaje divino.

A veces, podemos ser rápidos para criticar o ignorar las enseñanzas de Dios debido a nuestras propias expectativas o prejuicios. La sabiduría divina no siempre se ajusta a nuestras ideas preconcebidas, por ello, en lugar de aferrarnos a nuestras expectativas, Jesús nos llama a acoger humildemente su mensaje y a discernir con sabiduría espiritual. La respuesta que damos a la gracia de Dios tiene un impacto en nuestra relación con Él y en nuestra comprensión de Su amor y Su Reino.

Reflexionemos hoy sobre la rigidez de nuestros propios pensamientos y la rápidez para opinar con prejuicio al evaluar las obras de Dios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

Oración

Padre Celestial, con profunda gratitud recibimos hoy Tu enseñanza sobre la complejidad de las respuestas humanas a Tu mensaje. Concédenos, Señor, la sabiduría para discernir con humildad y receptividad las diversas maneras en que Te revelas en nuestras vidas. Que no nos aferramos a expectativas rígidas y evitemos ante todo los prejuicios. Permítenos abrir nuestros corazones a la riqueza de Tu gracia y Tu verdad con fe de niños. Amén.

Sábado de la Segunda Semana de Adviento

"Bien es cierto que Elías ha de venir para reordenar todas las cosas. Pero créanme: ya vino Elías y no lo reconocieron, sino que lo trataron como se les antojó. Y así también harán sufrir al Hijo del Hombre". -Mateo 11, 18-19

Hoy, segundo sábado de Adviento, Jesús responde a la pregunta de sus discípulos sobre la venida de Elías antes del Mesías. Él revela que ya ha venido en la persona de Juan Bautista, pero la gente no lo reconoció. Esta afirmación de Jesús nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la percepción y la disposición del corazón para reconocer la obra de Dios, y sobre la irreverencia que podemos mostrar cuando la obra de Dios no se desarrolla como esperábamos. Jesús, además, da a conocer que también a Él lo harán sufrir por esa falta de discernimiento.

Estos errores pueden atribuirse, en parte, a una interpretación demasiado literal de las Escrituras. Seguramente, los contemporáneos de Jesús esperaban literalmente la reaparición física de Elías, en lugar de comprender la conexión espiritual y simbólica entre él y Juan, y no reconocieron a Jesús porque en Su lugar esperaban a un opulento rey que los liberara del dominio romano. Pero la obra de Dios no siempre sucede como nosotros esperamos o deseamos.

Reflexionemos hoy sobre nuestra disposición para estudiar y comprender las Escrituras según la enseñanza de Nuestra Santa Iglesia. Su interpretación milenaria, guiada por el Espíritu Santo, nos brinda una perspectiva precisa y más amplia de las Escrituras que la que podríamos obtener por nosotros mismos. Reconozcamos que la Palabra de Dios supera por mucho nuestras expectativas humanas y nuestra comprensión.

Oración

Padre Celestial, concédenos humildad para aceptar Tu obra según Tu divino plan, sin anteponer nuestros razonamientos humanos. Que nuestra fe no se vea empañada por la irreverencia cuando las circunstancias difieran de nuestras comprensiones. No permitas que olvidemos que Tu sabiduría es infinitamente mayor que la nuestra. Haz que podamos confiar en que la manera en que cumples Tus promesas supera cualquier expectativa. Espíritu Santo, danos el discernimiento que necesitamos para comprender las verdades espirituales que trascienden nuestras interpretaciones limitadas, y que nuestra devoción sea guiada por Ti en lugar de nuestras propios entendimientos y deseos. Amén.



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Oraciones para la Tercera Semana de Adviento

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Domingo de la Tercera Semana de Adviento

Les contestó Juan: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de Su sandalia". -Juan 1, 26-27

Hoy, tercer domingo de Adviento, se nos presenta una breve pero poderosa declaración de Juan que nos lleva a reflexionar sobre la humildad, la preparación y la magnitud de la venida de Jesús. Juan señala que su bautismo es solo con agua, mientras anticipa la llegada de uno más grande, que traería el bautismo con el Espíritu Santo. Con esto, Juan no buscaba la atención para sí mismo, sino que apuntaba hacia Dios, dejando de lado cualquier oportunidad para darse crédito, mas sin dejar de reconocer su papel como precursor dentro de la obra redentora.

Reflexionemos hoy sobre algunas de nuestras actitudes en nuestro día a día, pero sobre todo en nuestro servicio como cristianos: ¿Reconocemos y aceptamos con humildad el papel y la misión que Dios nos ha encomendado? ¿Somos capaces de reconocer nuestras limitaciones? ¿En alguna ocasión hemos subestimado nuestras capacidades o despreciado nuestra misión debido a una malinterpretación de la humildad, llegando incluso a abandonar nuestras responsabilidades? ¿Hemos caído alguna vez en la vanagloria? ¿Hacemos las cosas realmente para mayor gloria de Dios y sin esperar reconocimiento? La verdadera humildad consiste en reconocer nuestras limitaciones mientras damos gloria a Dios por nuestras capacidades, dones y apostolados y los de nuestros hermanos.

Oración

Padre Celestial, hoy elevamos hacia Ti nuestra más profunda gratitud por la luz que nos envías una vez más a través de Juan Bautista. Permite que podamos aprender de su humildad y claridad en su misión, reconociendo nuestro lugar en tu obra divina. Concédenos la gracia de aceptar humildemente los roles y misiones que nos encomiendas a todos, sin buscar la vanagloria, sino para mayor gloria Tuya. Que no caigamos en la desgracia de envidiar o codiciar las funciones o capacidades de nuestros hermanos; que seamos más bien un apoyo en sus caminos, y que nuestras acciones y palabras siempre apunten hacia la verdadera Luz que es Jesucristo. Amén.

Lunes de la Tercera Semana de Adviento

El Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados". Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. -Mateo 1, 20-21. 24

Hoy, tercer lunes de Adviento, nos encontramos con un mensaje profundo y trascendental, que nos invita a reflexionar sobre la confianza que ponemos en Dios. José, enfrentado a una situación desconcertante, elige obedecer a la voz divina en lugar de ceder al temor o la duda. En su acto de obediencia, José se convierte en un modelo de fe y confianza en Dios y Su Providencia.

En nuestras propias vidas, enfrentamos momentos de incertidumbre y desafíos. La historia de José nos anima a confiar en la guía divina, incluso cuando los planes de Dios parecen ir más allá de nuestra comprensión.

Por eso procuremos, al igual que José, abrazar con valentía y fe los designios de Dios en nuestras vidas, seguros de que es en Su plan donde encontramos nuestra verdadera salvación.

Oración

Padre Celestial, hoy recibimos con gozo el ejemplo de José, quien, a pesar de enfrentar desconcertantes situaciones, confió siempre en Tu plan divino. Al igual que a él, danos la gracia de superar nuestros temores y dudas cuando nos encontramos en situaciones complejas que escapan a nuestro entendimiento, y que sepamos escuchar Tu voz, confiar en Tu guía y obedecerte con la valentía del glorioso patriarca, para experimentar así la plenitud de Tu amor y la paz que solo proviene de caminar en Tus sendas. Amén.

Martes de la Tercera Semana de Adviento

El ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan.Será para ti un gozo muy grande, y muchos más se alegrarán con su nacimiento, porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre. Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios". -Lucas 1, 13-16

Hoy, tercer martes de Adviento, se nos regalan varias lecciones valiosas. En primer lugar, aprendemos sobre la fidelidad de Dios al cumplir sus promesas, incluso cuando parecen improbables desde una perspectiva humana. Zacarías y su esposa habían orado por un hijo durante mucho tiempo, y Dios respondió sus oraciones de una manera extraordinaria.

Pero por otra parte, la respuesta de Zacarías noticia nos enseña cómo, a pesar de pedir con fervor a Dios un milagro, cuando Él desea concederlo, nos domina la falta de fe y confianza; esto en ocasiones puede bloquear o empañar esa bendición. Aunque el anuncio era asombroso, Zacarías dudó, lo que resultó en quedar temporalmente mudo hasta que se cumpliera la promesa divina. No veamos esto como un castigo sino como una lección; es hoy para nosotros una metáfora, que representa un tiempo de contemplación y reflexión. Este periodo nos recuerda la soberanía de Dios y nos invita a meditar en la confianza que debemos depositar en Sus designios.

Oración

Padre Celestial, hoy acogemos con amor la lección que nos regalas a través de Zacarías. Permitenos aprender de su experiencia para abrazar con fe Tus promesas, aún cuando parezcan imposibles en nuestro pobre entendimiento. Concédenos, Señor, momentos de silencio y reflexión en nuestras vidas, que sean valiosas oportunidades para encontrarnos contigo y confiar en que Tus planes son siempre perfectos. Amén.

Miércoles de la Tercera Semana de Adviento

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás". -Lucas 1, 30-33

Hoy, tercer miércoles de Adviento, recordamos las palabras del ángel Gabriel a María, que traen consigo mensajes transcendentales. El primero es aquel que resuena a lo largo de toda la Escritura: el llamado divino a no temer. Hemos reflexionado mucho sobre la confianza en Dios durante este adviento, Sin embargo, hoy nos detenemos ante el fundamento mismo de esa confianza: no temer. Cuando estamos en presencia de lo divino, no hay razón para tener miedo.

Las palabras de Gabriel, además, resaltan la naturaleza excepcional de Jesús como el Mesías prometido, el Rey eterno, cuyo Reino no tendrá fin. Por eso hoy también se nos invita a reflexionar sobre la grandeza de Jesús como nuestro propio Rey, Señor de nuestras vidas. Es a Él a quien debemos todo el honor y la gloria, y no a las cosas de este mundo.

Oración

Padre Celestial, hoy te pedimos que grabes en nuestros corazones Tus enseñanzas sobre la profunda confianza que debemos depositar en Ti. Reconocemos que la base sólida de esta confianza es tu amor incondicional; ese que disipa todo temor en nuestros corazones. Solo en Tu amor encontramos la fuerza y la valentía para poder abrazar el llamado a no temer y confiar en Ti. Haznos saber que Tu Providencia Divina guía cada paso de nuestro camino. Amén.

Jueves de la Tercera Semana de Adviento

Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: "¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?" -Lucas 1, 41b-43

Hoy, en este tercer jueves de Adviento, las palabras de Santa Isabel resuenan como eco de una verdad sublime. Isabel no solo destaca la singularidad de María y su papel fundamental como la madre del Mesías, sino que también la reconoce como la Madre de Su Señor, después de quedar llena del Espíritu Santo. ¿A quién identifica Isabel como Su Señor? A Jesucristo, que es Dios Hijo, tercera persona de la Trinidad. Si Jesús es Dios, entonces María es la Madre de Dios. Si la Palabra de Dios es toda verdad, ¿dónde pueden caber dudas?

No llamamos a María Madre de Dios porque sea la madre de Dios Padre, sino de Dios Hijo. Es crucial honrar a María con ese título, no solo porque es un dogma de nuestra Iglesia, sino también porque es un llamado a confiar en su Maternidad Divina. Ella, elegida como madre por Jesús para todos nosotros, debe ser una fuente de consuelo, fe y esperanza para cada uno. Así como Isabel, que se llenó del Espíritu Santo, permitámonos a nosotros también ser llenos cada vez que decimos: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre".

Oración

Padre Celestial, hoy elevamos hacia Ti nuestra más profunda gratitud por el regalo de María, Madre de Tu Hijo Jesús y Madre nuestra. Permite que en su maternidad divina encontremos consuelo, fe y esperanza, y llénanos del Espíritu Santo como a Santa Isabel cada vez que como ella alabamos a Nuestra Santísima Madre. Que cada Ave María nos llene del gozo y la gracia que fluyen de Tu amor y nos inspire a acoger con alegría el don inmenso de la salvación que nos regalaste a través de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Viernes de la Tercera Semana de Adviento

"El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia”. -Lucas 1, 49-50

Hoy, en este tercer viernes de Adviento, nos encontramos nuevamente con el poderoso cántico de María conocido como el "Magníficat". Con sus profundas palabras, María reconoce la grandeza de Dios y Su misericordia constante, y no se atribuye el mérito de las "grandes cosas" que Dios ha hecho por ella, sino que le da toda la gloria a Él. Este reconocimiento de la soberanía de Dios refleja la humildad de María, quien se ve a sí misma como una beneficiaria de la gracia divina.

Esta reflexión nos invita a adoptar la actitud de nuestra Santísima Madre, reconociendo la grandeza de Dios en nuestras vidas, siendo receptivos a Su misericordia que perdura de generación en generación, y permitiendo que toda soberbia sea dispersada de nuestros corazones. En lugar de jactarnos de nuestras propias proezas, glorifiquemos siempre al Creador Todopoderoso cuyo nombre es Santo.

Oración

Padre Celestial, te alabamos siguiendo el ejemplo de María en su Magníficat, reconociendo Tu grandeza y santidad, y nos maravillamos ante las proezas de Tu brazo poderoso en nuestras vidas. Te agradecemos, Señor, por invitarnos a ser humildes y por revelarnos Tu misericordia eterna. Haz que acojamos con gratitud Tu obra redentora y no nos permitas nunca olvidar que dependemos totalmente de Ti. Que nuestras acciones y palabras reflejen la humildad que nace de la aceptación de Tu amor y misericordia, y que inspirados por el cántico de nuestra Madre, te alabemos y adoremos sin cesar. Amén.

Sábado de la Tercera Semana de Adviento

Querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo: "No, se llamará Juan". Los otros dijeron: "Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así" Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo llamasen. Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que todos se quedaron extrañados.En ese mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a alabar a Dios. -Lucas 1, 60-64

Hoy, en este tercer sábado de Adviento, se nos recuerda el momento en que Zacarías, padre de Juan Bautista, confirma el nombre de su hijo y recupera el habla. Este acontecimiento es significativo no solo por el milagro de la restauración del habla de Zacarías, sino también porque él, al confirmar que el niño se llamará Juan, está obedeciendo la instrucción específica que recibió de parte de Dios.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la importancia de obedecer la voluntad de Dios en nuestras vidas, incluso cuando pueda parecernos extraño a nosotros o a nuestros allegados.

Por otra parte, la primera reacción de Zacarías al recobrar el habla es alabar a Dios, reconociendo la obra milagrosa que ha ocurrido en su vida y en la llegada de su hijo. Este episodio nos recuerda la capacidad transformadora de la gracia de Dios, y nos inspira a considerar cómo respondemos a esos momentos milagrosos y agradables que Dios permite en nuestras vidas.

Oración

Padre Celestial, hoy nuestros corazones Te alaban en agradecimiento por el don de la vida y por las bendiciones que haces llegar a nuestras vidas. Gracias, Señor, por recordarnos parte de la historia de Zacarías y la obediencia que mostró al ponerle Juan a su hijo, tal como Tú lo habías instruido. Al ver cómo se desató su lengua, reconocemos Tu poder y fidelidad. Que esta historia nos inspire a obedecerte con prontitud y confianza, incluso cuando no entendamos completamente Tu plan. Que nuestras acciones y decisiones reflejen nuestra adhesión a Tu voluntad, y que, al igual que Zacarías, experimentemos la liberación de las limitaciones que nos impiden alabarte y proclamar Tu verdad. Amén.

Finalizamos con la siguiente oración mientras nos santiguamos

Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.


No olvides encender tu corona de adviento (instrucciones y oraciones aquí)

Domingo de la Cuarta Semana de Adviento

Llegó el ángel hasta ella y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo [...] El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". -Lucas 1, 28.35

Hoy, cuarto domingo de Adviento, volvemos a recordar el pasaje de la Anunciación. El ángel saluda a María llamándola "llena de gracia", un título que destaca su estado de pureza y la plenitud de los dones divinos en su vida. Las palabras de Gabriel iluminan la singularidad y la grandeza del momento en que María, una humilde joven virgen, recibe la noticia de que dará a luz al Salvador, y se revela la profunda conexión entre la gracia divina y la misión de María, destacando el favor que recibió de parte de Dios al ser elegida como la madre del Salvador.

Más adelante, el ángel nos deja conocer la intervención directa del Espíritu Santo en ella, lo que destaca la naturaleza única y divina de la encarnacion de Jesús, un hecho que está mucho más allá de las leyes naturales. Este anuncio enfatiza la divinidad del niño que nacerá de María. No es solo un niño, sino el Hijo de Dios, el Salvador esperado.

María, aunque se muestra sorprendida por la noticia, acepta con humildad y obediencia el papel que desempeñará en el plan de redención. Esto nos revela la importancia de la pureza, la humildad y la disposición para ser instrumentos de la voluntad divina, y nos anima a confiar en que, incluso en lo aparentemente imposible, Dios obra maravillas para cumplir Sus promesas.

Oración

Padre Celestial, hoy nos postramos ante Ti recordando el anuncio del ángel Gabriel a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Haz que el significado de estas palabras se grabe en nuestros corazones con cada Ave María que brota de nuestros labios, iluminando nuestro camino con Tu gracia. Envía Tu Espíritu Santo para cubrirnos con Tu sombra; que nos transforme y guie en nuestros caminos. Que, al igual que María, podamos decirte Sí con humildad y entrega, y que la pureza y obediencia de Nuestra Santísima Madre nos inspire en nuestro caminar diario, para que no olvidemos que tanto en lo extraordinario como en lo cotidiano, Tu gracia está siempre presente con nosotros. Amén.

Finalizamos con la siguiente oración mientras nos santiguamos

Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.


No olvides encender tu corona de adviento (instrucciones y oraciones aquí)

Oración de Adviento para cada día en Youtube

Oración de Adviento 2023

Poco a poco iremos agregando las oraciones de los demás días. ¡Dios te bendiga!

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