Analizamos parte por parte las herramientas espirituales que llevaron a Carlo Acutis a convertirse en santo, lo cual desde poco antes de su beatificación comenzó a ser reconocido como el “Kit de Santidad de Carlo Acutis”.
Recordemos un poco sobre Carlo Acutis
La causa de beatificación y canonización de Carlo Acutis se abrió en 2012 y recibió la aprobación de la Santa Sede en 2013. El 5 de julio de 2018 fue declarado Venerable por su santidad el Papa Francisco.
Se le atribuyó un primer milagro a principios de 2020, que sucedió a un niño brasileño nacido con una malformación del páncreas y fue sanado tras pedir a Carlo su intercesión con una de sus reliquias. Acutis fue declarado Beato por el Papa Francisco el 10 de octubre de 2020. En mayo de 2024, también Francisco, reconoció un segundo milagro atribuido a la intercesión del Beato Carlo, allanando así el camino para su canonización, lo que ocurrirá seguramente en 2025.
Debido a su interés por las computadoras y su sitio web sobre milagros eucarísticos, entre otros temas catolicos, como las apariciones de la Santísima Virgen, Acutis fue llamado popularmente “el santo patrón de Internet” y “el ciberapóstol de la Eucaristía”, una vez que su causa de santidad estuvo en marcha. También ha sido reconocido como “el primer santo millenial”, porque es la primera persona de dicha generación en ser candidato a la canonización.
Cómo ser santo como Carlo Acutis
La historia de santidad de los -hasta cierto punto- míticos santos de la antigüedad a veces nos hace sentir que llegar a la santidad es imposible, o al menos, una tarea muy difícil. Muchos sueñan con llegar al Cielo y tienen cierta certeza de que algún día llegarán allí, sin embargo, la mayoría de los catolicos, asume con cierta resignación que debe pasar por el Purgatorio, lo cual es cierto, pero también es cierto que nuestro purgatorio se puede aminorar o evitar, siguiendo, por ejemplo, los consejos del padre Paul O’Sullivan en el libro “Cómo evitar el Purgatorio”, pero también morir con “olor a santidad”, siguiendo el ejemplo de Carlo.
Si pensamos en Carlo, no podemos negar que aquello de la santidad se nos hace un poquito más asequible.
Conozcamos cómo un muchacho común de nuestros días llegó a ser santo. Pero primero leamos, desde sus propias palabras, esta invitación e indicaciones, que nos comparte Antonia Salzano, su madre, en el libro El secreto de Carlo Acutis: Por qué mi hijo es considerado un santo:
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“Mi hijo enseñó catecismo a los niños durante unos años y, para ayudarlos a progresar espiritualmente, inventó un kit para hacerse santos. Él escribió:
«Quiero confiaros algunos de mis secretos muy especiales que os ayudarán a alcanzar rápidamente la meta de la santidad. ¡Recordad siempre que también vosotros podéis ser santos! Ante todo hay que quererlo con todo el corazón, y si aún no lo queréis, hay que pedírselo al Señor con insistencia:
- Esfuérzate por ir a misa todos los días y recibir la Sagrada Comunión.
- Si puedes, haz unos momentos de adoración eucarística frente al sagrario donde Jesús está realmente presente, así verás cómo aumenta tu nivel de santidad.
- Acuérdate de rezar todos los días el santo rosario.
- Lee cada día un pasaje de la Santa Biblia.
- Si puedes, confiésate todas las semanas, también los pecados veniales.
- Haz con frecuencia propósitos y pequeños sacrificios al Señor y a la Virgen para ayudar a los demás.
- Pide ayuda a tu Ángel de la Guarda para que sea tu mejor amigo».”
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Kit de Santidad de Carlo Acutis
Atención: El kit de santidad de Carlo Acutis no es garantía por sí solo. Se debe entender que para llegar a ser santo debemos poner en práctica antes que todo el amor. Como decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”, refiriéndose a que si amamos, lo que sea que hagamos estará bien, porque cuando estamos en el amor de Dios, no podemos obrar mal.
Conozamos el kit:
Aunque el kit de santidad que todos suelen compartir contiene cinco herramientas, hemos agregado, por supuesto, las dos que Carlo comunicó en sus escritos.
1.- Eucaristía diaria: “Esfuérzate por ir a misa todos los días y recibir la Sagrada Comunión”
“La Eucaristía es mi autopista hacia el Cielo”. – Carlo Acutis
Durante la pandemia, reflexioné: “Uno no sabe lo que tiene hasta que no puede comulgar”.
Carlo decía que, si en vida nos diéramos cuenta del valor de la misa par ala vida eterna, las iglesias estarían tan llenas que ya no sería posible entrar. -Antonia Salzano, madre de Carlo
Carlo Acutis afirmaba que somos más afortunados que los apóstoles, pues tenemos la oportunidad de recibir la Eucaristía diariamente, cerca de casa, en cada parroquia o capilla.
La Eucaristía nos fortalece tanto física como espiritualmente, infundiendo alegría, paz y, si lo permitimos, llenando nuestro corazón de amor. Los beneficios de participar en la misa y recibir la comunión son innumerables y difíciles de describir con palabras.
En la Eucaristía, Dios mismo desciende para morar en nosotros. Si Dios reside en nuestro interior, ¿cómo podríamos sentirnos perdidos?
No debemos olvidar que comulgar va de la mano de la confesión, porque es necesario estar en gracia para poder recibir a Cristo.
«Para tener más gracia, es necesario ser asiduos al sacramento de la eucaristía. Los sacramentos no son siete, sino seis más uno. Seis dan o restauran la gracia. El séptimo, la eucaristía, es la fuente de la gracia. Por tanto, en, con y para este sacramento, cuanto más nos acercamos a él, más gracia se derrama sobre nosotros. Las oraciones, novenas, peregrinaciones, semanas por la unidad de los cristianos, etc., sin la eucaristía, son palabras vacías» -Carlo Acutis
2.- Adoración Eucarística: “Si puedes, haz unos momentos de adoración eucarística frente al sagrario donde Jesús está realmente presente, así verás cómo aumenta tu nivel de santidad”
“Si nos ponemos delante del sol, nos bronceamos; pero cuando nos ponemos delante de Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos”. -Carlo Acutis
Podríamos escribir extensamente sobre la Eucaristía. Todos los católicos sabemos que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo verdaderamente, el Señor mismo, y no como un símbolo. Pero leamos primero palabras del propio Carlo:
«Él me mira y yo lo miro a Él. Este mirar es enriquecedor. Dejo que el Señor me observe, que ahonde dentro de mí, que dé forma mi alma, que la moldee. Está realmente presente, no es una invención. Está ahí. Si todos pudieran ser conscientes de ello cómo correrían. Si todos creyeran esta verdad, cómo cambiaría su existencia y cómo mejorarían».
Carlo daba tanta importancia a la Eucaristía, que creó, entre otras, una exposición sobre los Milagros Eucarísticos alrededor del mundo para que todo aquel que llegue a dudar de la presencia real de Cristo en le Eucaristía, vuelva a creer. Y no es difícil, basta con leer el texto de un milagro para recibir un golpe de fe.
Cuando se practica con auténtica devoción, la adoración eucarística nos transforma gradualmente y expande nuestro corazón, dándonos la capacidad para amar sinceramente a quienes nos rodean.
San Juan Pablo II nos decía refiriéndose a estar un momento junto Jesús Eucaristía: “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración» ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!” (Ecclesia de Eucharistia).
3.- El Santo Rosario diario: “Acuérdate de rezar todos los días el Santo Rosario”
“La Virgen María es la única mujer en mi vida”. – Carlo Acutis
San Luis de Montfort decía: “No sé, ni veo claramente, cómo puede ser que una devoción que parece tan pequeña pueda ser el signo infalible de la salvación eterna y cómo su ausencia puede ser el signo de eterno desapruebo; sin embargo, nada podría ser más cierto”.
Es importante entender que las palabras de San Luis no se refieren a que Dios deja de amar a quienes no rezan el rosario, sino más bien que le entristece cuando, conociendo su importancia, decidimos no hacerlo, y cómo al no acercarnos a María, se nos dificulta el camino hacia el Cielo.
Sin embargo hay que tener claro que el rezo del rosario no garantiza automáticamente nuestra salvación. Más bien, nos ayuda permitiendo que María nos guíe hacia la santidad en nuestro camino espiritual.
“Hagan lo que él les diga” (Juan 2, 5)
Ella nos recuerda la importancia de asistir a misa, de confesarnos y, tercer caritativos, de leer la Santa Palabra; en resumen, el kit de Carlo, entre otras cosas.
Manuel Capetillo, actor mexicano y apóstol del Rosario, comenta que comenzó rezándolo mecánicamente y con el tiempo lo aprendió a hacer con todo el corazón. Nosotros, si lo hacemos mecánicamente, también podemos recibir la gracia de orar con devoción. ¡Pidámosla!
A través del Rosario se reciben muchos beneficios y bendiciones. Y también hay 15 promesas que hizo nuestra Madre a quienes lo recen devotamente. No moriremos sin el auxilio de la Iglesia; María está siempre a nuestro lado como Madre, intercediendo por nosotros, como lo hizo en las bodas de Caná.
El valor del Rosario no está en el objeto, sino en la oración profunda y la intercesión de María, que nos santifica e inspira a seguir un camino cristiano adecuado para alcanzar la santidad.
A tener en cuenta: Es crucial rezar el Rosario con devoción y amor, pero sin poner a María por encima de Dios; ella misma no desea eso.
4.- Lectura de la Sagrada Escritura: “Lee cada día un pasaje de la Santa Biblia”
“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. – Carlo Acutis
“Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” – Mateo 4, 4
La Sagrada Escritura nos sirve de defensa y alimento espiritual. Nos proporciona el conocimiento necesario para comprender a Dios, entender por qué permite ciertas cosas, para conocer Su amor y misericordia y el motivo por el cual Jesús murió por nosotros. Iluminados por el Espíritu Santo, vamos profundizando en nuestra doctrina.
Quien no lee la Palabra, aunque asista a misa, no comprenderá del todo lo que está haciendo. Pero es esencial no solo conocer la Palabra, sino también ponerla en práctica. Nos debemos preguntar sinceramente: ¿En qué estoy fallando? ¿Qué debo hacer para seguir mejor las enseñanzas de Cristo? La Biblia contiene la mayoría, si no todas, las respuestas a las preguntas que enfrentamos a diario.
En la palabra descubrimos qué es lo que debemos hacer y lo que no. El Señor en Su infinito amor nos dejó los diez mandamientos, que por cierto no son meros “caprichos” de Dios como algunas personas piensan; deben ser cumplidos no solo para no ofenderlo, sino porque nos protegen a nosotros mismos. Esa es la razón por la que Dios nos los envió.
La mayoría de las veces, Dios no se ofende, sino que siente dolor por nuestros pecados, porque conoce las consecuencias que nos traerán más adelante, y nos quiere cerca Suyo, no lejos. Él no quiere que ningún alma se pierda.
Dios, al igual que siente una madre o un padre terreno, sufre con nosotros, Sus hijos, por los errores que cometemos.
Es fundamental familiarizarnos al menos con los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, donde encontramos las palabras de Jesús. Si leer la Biblia nos parece un tanto complicado o no tenemos acceso a una, podemos comenzar leyendo el Evangelio diario, fácilmente accesible en internet, e ir pidiendo a Dios la gracia de inspirarnos a leer su Palabra.
Importante saber: Durante la misa tenemos la oportunidad de escuchar toda la Palabra de Dios, sin embargo se requieren tres años de misa diaria para eso.
5.- Sacramento de la Confesión: “Si puedes, confiésate todas las semanas, también los pecados veniales”
Nuestra alma es como un globo aerostático. Si existiese un pecado mortal, el alma caería a la tierra y la Confesión sería como el fuego […] Es necesario confesarse a menudo. – Carlo Acutis
¡Arrepentimiento y enmienda, respuesta a la Misericordia divina y perdón hacia nosotros mismos!
Dios está siempre presente, incluso cuando somos grandes pecadores, dispuesto a perdonar y a mirarnos con amor. Él nos ha amado desde siempre, conociendo todo lo que íbamos a hacer (solo recuerda cuando Jesús le dijo a Pedro que lo negaría. Jesús teniendo pleno conocimiento de eso lo amó antes y después). Por tanto, debemos confiar plenamente en Su misericordia.
La confesión no se limita a desahogarnos ante un sacerdote; es recibir la absolución, con la que se borran nuestras culpas, pero también implica recibir la gracia para sanar el pecado como si fuera una enfermedad, y nos regala la fuerza para evitar caer de nuevo. Como decía el padre Darío Betancourt: En la confesión, Dios no solo nos libera de la culpa sino también de la debilidad de pecar, es decir, del apego al pecado. Es bueno pedir a Dios no solo el perdón sino también la certeza de haber sido perdonados.
Aunque caigamos de nuevo, debemos volver a confesarnos sin abusar de la misericordia, evitando vivir pensando “pecaré hoy y mañana me confesaré”. Más bien, debemos confiar en Su misericordia, seguros de que nos perdonará cada vez que lo necesitemos, pero siempre intentando no volver a caer.
La confesión purifica nuestra alma continuamente, la hace más bella y parecida a quienes están en el Cielo; nunca debemos olvidarlo.
El confesor es como un médico para nosotros; pues, por medio de él, Dios cura nuestras heridas provenientes del pecado. El único obstáculo para una buena confesión es «el yo». Al confesar nuestra miseria, derribaremos «el yo»; entonces el espejo de nuestra alma se volverá puro, sin sombras, y Dios, al no encontrar en esto obstáculo alguno, se mirará en él y reflejará su imagen. -Carlo Acutis
6.- Servicio a los demás: “Haz con frecuencia propósitos y pequeños sacrificios al Señor y a la Virgen para ayudar a los demás”
“La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo y la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios”. – Carlo Acutis
No es fácil despojarnos de nosotros mismos para poner a Dios en el centro. Pero Santa Teresa de Calcuta decía: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Practicar la caridad fue una parte fundamental en la vida de Carlo. Él ayudaba a los más necesitados, compartiendo parte de su comida y ahorrando dinero para dar a los pobres y solucionar muchas de sus necesidades.
Debemos pedir a Dios que aumente en nosotros la virtud de la caridad y confiar en Su providencia. A veces nos resulta más fácil dar nuestro tiempo porque creemos erróneamente que nos sobra, pero nos cuesta mucho más dar cosas materiales, por temor a que nos falten. Eso es desconfiar de la Providencia.
La caridad cristiana no se trata de dar lo que nos sobra, sino de dar lo que tenemos. Como la viuda de la parábola, podemos dar una sola moneda que significa toda nuestra fortuna, y eso tiene más valor que millones dados sin sacrificio.
Carlo vivió una vida austera, a pesar de las comodidades de su familia. Solía tener un solo par de zapatos, a pesar de la acomodada situación económica de su familia. No le gustaba que le dieran más de la cuenta, prefería ahorrar ese dinero para ayudar a otros.
Hay pequeños actos de caridad que podemos aprender de él, como por ejemplo limpiar su habitación antes de que llegara la señora de la limpieza, así reducía su carga laboral, o que ayudaba a una trabajadora a planchar al final de su jornada para que no se fuera tan tarde a casa porque le parecía peligroso. Finalmente, entregó sus sufrimientos causados por la leucemia en favor de la Iglesia, por el santo padre y para no ir al Purgatorio.
¡Cuántos beneficios no ha recibido la Iglesia, que somos nosotros, por medio de sus méritos!
Creo fervientemente, por ejemplo, que muchos apostolados digitales, especialmente los más fructíferos están estrechamente relacionados a la intercesión de Carlo.
¿Sabías que nosotros también podemos hacer lo mismo que Carlo?
Podríamos empezar entregando nuestra vida que no necesariamente significa morir, sino darla día a día, en servicio a Dios, a Su Santa Iglesia, a través de los demás.
Y sin pensar en grandes cosas, debemos también recordar que otros pequeños actos de caridad, como por ejemplo compartir nuestra fe pueden marcar una gran diferencia. Carlo aprendió la fe cristiana principalmente de su niñera y también la compartió con su mayordomo, y con su madre, que acabó tomando clases de teología para responder sus preguntas.
Podemos reflexionar: ¿Qué puedo hacer yo para aliviar el sufrimiento del prójimo o hacerlo más feliz?
No olvidemos que podemos amar al prójimo sin siquiera conocerlo, practicando un amor decidido, no sentimental, como Jesús nos enseñó. Y no olvidar nunca que Dios devuelve el ciento por uno. Si damos, recibiremos.
Mi hijo estaba profundamente convencido de que si un alma hace continuos y generosos esfuerzos de amor a Dios, manteniendo una fiel correspondencia con la gracia y decidiendo en su corazón no negar nunca nada a Dios, entregándose sin reservas para llegar a ser lo que en la mente de su Creador debe ser, desde ese momento y para siempre, Dios derramará en ella una paz inefable que la llenará y le inspirará un profundo desapego de las cosas de este mundo. -Antonia Salzano, madre de Carlo Acutis
7.- Ángel de la Guarda: “Pide ayuda a tu Ángel de la Guarda para que sea tu mejor amigo”
Al igual que el Santo Padre Pío de Pietrelcina, Carlo nos dice que debemos tener a nuestro ángel como nuestro mejor amigo. El ángel de la guarda, como bien dice su nombre, nos protege, pero también intercede por nosotros con sus oraciones. Él es un amigo que puede escucharnos, como cualquier ángel, como cualquier santo, y está deseoso de ayudarnos en nuestro camino hacia el Cielo, esa es su misión. Por eso, no debemos dudar de su disposición para asistirnos en toda necesidad y peligro, físico o espiritual.
Él también puede ser un guía, recordarnos las cosas malas que no debemos hacer, y las cosas buenas que sí debemos hacer.
“¿Acaso no son todos ellos espíritus al servicio de Dios, enviados en ayuda de los que van a heredar la salvación?” (Hebreos 1, 14)
Carlo acostumbraba rezar la Corona Angélica del Arcángel San Miguel, dedicada a los nueve coros de los ángeles, que consta de 27 Ave María y 9 Padre Nuestro dedicados a las huestes angélicas.
El padre Pío, en una carta del 20 de abril de 1915, dirigida a Raffaelina Cerase, le escribe: «Acostumbrate a pensar siempre en él. A nuestro lado hay un espíritu celestial que, desde la cuna hasta la tumba, no nos abandona ni un momento».
Antonia Salzano escribe en su libro: Carlo aprendió a acudir al Ángel de la Guarda, para que le ayudara a superar sus principales defectos. Decía que los ángeles de la guarda no entran en lugares donde se cultiva regularmente el pecado, como ciertas discotecas. Cuando consentimos el pecado, no gozamos de su protección ya que hay conformidad y compromiso espiritual por nuestra parte. Para Carlo era importante establecer una relación personal con su Ángel de la Guarda porque estos fieles mensajeros son un regalo especial y único que Dios da a cada persona. Al establecer esta relación personal nos beneficiaremos de sus inspiraciones. Si carecemos de la protección especial de nuestro Ángel de la Guarda, lamentablemente seremos presa fácil de los ataques del diablo. Los Ángeles Custodios nos guían desde el momento de nuestra concepción y a lo largo de todo el camino de nuestra vida, hasta acompañarnos al paraíso, para gozar por siempre de la presencia de Dios con nosotros. Si por casualidad después de la muerte vamos al purgatorio, allí también gozaremos de su asistencia y de su intercesión, pero no vendrá con nosotros si vamos a parar al infierno.
Que no se nos apaguen las ganas de ser santos
“Lo único que debemos pedirle a Dios en oración es el deseo de ser santo”. – Carlo Acutis
Nuestra principal tarea es rezar para mantener el deseo de ser santos, más allá de ser el mejor teólogo o el más inteligente, o de realizar grandes obras.
Es importante reconocernos como pecadores y levantarnos una y otra vez, confiando en la misericordia de Dios.
No es bueno vivir nuestra inclinación al pecado con negación, afanándonos por no pecar nunca más, porque tarde o temprano vamos a caer al menos en pecado en venial. Si guardamos excesivo escrúpulo, pecar de cualquier forma nos va a provocar una frustración tan grande que pudiera hacernos desistir en el camino.
Por otra parte, a veces nos resistimos a imitar a Cristo porque vemos Su sacrificio en la Cruz y pensamos: “No quiero morir así”. Pero Dios nos quiere recordar a través de Carlo que no es necesario morir crucificado (en el sentido literal de la palabra), flagelarse o ser un anciano sabio, un místico o un mártir para ser santo. Tampoco hace falta ser religioso; los laicos también estamos llamados a la santidad, como bien lo demostró Carlo.
Carlo no era perfecto; vivía como cualquier persona normal. Se dice que un principio a veces comía de más, y jugaba videojuegos como cualquier niño de su edad, entre otras cosas. Pero él supo ir mejorando cada hábito que pudiera alejarlo de la santidad y limitando aquellos que aunque no son cosas dañinas, no lo acercaban. Pero no lo hizo solo, sino con la ayuda del Señor, en plena comunión.
Cada vez que nos dejamos llevar por nuestras imperfecciones, nos alejamos de la santidad.
“Es necesario que cada uno se adapte a la comunión, es decir, cada persona debe hacer un esfuerzo diario para mejorarse a sí misma. ¿Cómo? Pues eliminando un defecto tras otro y conquistando una virtud tras otra” -Carlo Acutis
A menudo desconocemos los aspectos “malos” de los santos y sus debilidades y por eso nos desmotivamos. Ellos también llevaron vidas como las nuestras, con los mismos miedos, inseguridades, debilidades, etc. Es importante también pedir su intercesión, sobre todo a aquellos que supieron vencer las mismas flaquezas que cargamos nosotros.
Importante: No olvidemos nunca ser testimonio vivo para no desmotivar, en nuestro paso por nuestra vida, a los demás, sino atraerlos al amor de Cristo, que es infinito y se dona gratuitamente a todos.
Algunas reflexiones
Te quiero compartir finalmente algunas reflexiones que he tenido estos últimos meses.
Primero, que la santidad es un camino. Dios no nos pide ser santos hoy, sino más bien llegar a serlo. Uno de los primeros pasos para ser santos es perdonar (que viene de la mano de amar) y dejar de cometer acciones que hagan que otros deban esforzarse por perdonarnos (no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti). Esto se relaciona directamente con la caridad. No hacerle daño a los demás es hacerles un bien.
Y tenemos que también saber, porque a veces no entendemos el porqué de nuestro sufrimiento y sacrificios, que así como cuando existe un hijo negligente dentro de un hogar y el otro debe hacer el doble de trabajo por cumplir con sus padres, así mismo los que aman al Señor deben servirlo y amarlo el doble por aquellos que no lo aman y no le sirven.
Que Dios te regale infinitas ganas de ser santo y nuestra Madre te guíe de su mano en tu camino hacia el Cielo. ¡Dios te bendiga!
Comentamos el Kit de santidad de Carlo Acutis en Youtube
En 2020, con motivo de la beatificación de Carlo Acutis, nos unimos en instagram con la cuenta de Fabián y Sheyla, @catholic_couple para charlar sobre el “kit” de santidad de Carlo Acutis. Algunas de las cosas escritas en este artículo están basadas en lo que se comentó en esa transmisión. Aquí el video: