«Ven, ven, Emmanuel, libera al cautivo Israel».
En este tiempo de Adviento, nos preparamos para la venida del Señor, tanto en Su Nacimiento en Belén como en Su retorno glorioso al final de los tiempos. Cada día, a través de las lecturas del Evangelio (Ciclo C), somos invitados a reflexionar sobre la esperanza, la paz, la alegría y el amor que Cristo trae a nuestras vidas. Que al meditar en cada pasaje, nuestras corazones se abran a la gracia de Dios y nuestra vida se transforme, preparándonos para recibir a Cristo con un corazón renovado.
Oración de Adviento para cada día con reflexión
- Comenzamos con la Señal de la Cruz
Oración inicial para cada día
Oh Dios, fuente de toda esperanza, en este tiempo de Adviento me acerco a Ti buscando abrir mi corazón a Tu Palabra. Te pido que envíes Tu Espíritu para iluminar mi mente y preparar mi alma, para que pueda escuchar Tu mensaje con humildad y confianza.
Ayúdame a comprender la promesa de salvación que Jesús nos da, y a responder con fe y vigilancia a Tu llamado. Que esta reflexión sobre Tu Palabra me llene de esperanza, me inspire a vivir con propósito y me ayude a reconocer Tu presencia en cada paso de mi vida. Amén.
Oraciones para la Primera Semana de Adviento
Primer Domingo de Adviento
Evangelio según San Lucas 21, 34-36:
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Reflexión:
En este tiempo de Adviento se nos invita a estar vigilantes y alerta. Jesús nos advierte sobre los peligros de dejar que las preocupaciones cotidianas, los excesos y la embriaguez nos cieguen y nos desvíen de lo realmente importante. En un mundo lleno de distracciones y tensiones, es fácil dejarnos llevar por el afán de la vida diaria, perder la mirada en el propósito de nuestra existencia y olvidarnos de la esperanza y la paz que Dios nos promete.
Este llamado a la vigilancia es esencial, porque como nos dice Jesús, el día de su venida puede llegar de manera repentina, y no queremos ser sorprendidos sin estar preparados. La trampa de las preocupaciones mundanas es precisamente esa: nos hacen olvidar lo esencial. La invitación es clara: no nos dejemos consumir por lo temporal, sino que pongamos nuestra atención en lo eterno, en el Reino de Dios que ya está entre nosotros.
Adviento es el tiempo perfecto para hacer un alto en el camino, para tomar conciencia de nuestra relación con Dios y con los demás, y para reorientar nuestra vida hacia lo que realmente importa. Jesús nos invita a orar incesantemente, no solo como una acción puntual, sino como una actitud constante de apertura a la voluntad de Dios. La oración nos ayuda a mantenernos firmes, a mantener la mirada puesta en Cristo y a fortalecer nuestra fe, de modo que podamos estar listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presente.
Este tiempo de espera, entonces, es una oportunidad para reajustar nuestras prioridades. Debemos estar preparados no solo para el encuentro final con Cristo, sino también para su venida diaria en nuestra vida: en los pequeños momentos, en las decisiones cotidianas y en nuestro servicio a los demás. Que, en este Adviento, podamos aguardar con esperanza, vivir con paz y estar atentos a la llamada de Dios en nuestra vida, para que, cuando Él venga, estemos listos y seguros, con el corazón abierto a recibirlo.
Oración:
Señor Jesús, en este tiempo de Adviento me acerco a Ti con un corazón abierto y dispuesto a recibir Tu amor y Tu paz. Ayúdame a esperar con paciencia y esperanza, y a vivir cada día con la certeza de que estás conmigo, guiando mis pasos y sosteniéndome en medio de las pruebas.
Purifica mis pensamientos y aleja de mí las preocupaciones que me apartan de Tu luz. Dame la gracia de estar vigilante y orante, de abrir mi corazón y dejar que seas Tú quien lo transforme. Que en cada decisión y en cada momento pueda vivir según Tu voluntad.
Enséñame a reconocerte en mi día a día, en las personas y en los momentos de silencio. Que mi fe crezca y mi esperanza se fortalezca, para que pueda decir como el Salmo: "A ti, Señor, elevo mi alma, Dios mío, yo pongo en ti mi confianza". Amén.
Lunes de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 8, 8.10
El centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe".
Reflexión:
Hoy se nos invita a prepararnos para la venida de Cristo, no solo celebrando Su nacimiento, sino también reconociendo Su presencia constante en nuestra vida. Así como el centurión reconoció la autoridad de Jesús y confió plenamente en Él, también nosotros estamos llamados a reconocer la autoridad de Cristo en nuestra vida y confiar en Su poder para transformar nuestra realidad.
En este Adviento, podemos pedir la gracia de tener una fe sencilla y profunda como la del centurión. Una fe que no se basa en signos espectaculares, sino en la certeza de que Jesús está cerca y está dispuesto a obrar en nuestras vidas, sanando nuestras heridas y guiándonos hacia la verdadera paz.
Oración:
Señor Jesús, al igual que el centurión, vengo ante Ti con humildad y confianza. Reconozco Tu autoridad sobre mi vida y te pido que sanes todas las áreas de mí que necesitan de Ti con urgencia. Ayúdame a vivir este Adviento con un corazón lleno de fe, esperanza y amor, preparándome para recibirte en mi vida y en mi corazón. Que en este tiempo de espera mi fe en Ti se fortalezca. Amén.
Martes de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Lucas 10, 21-22
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Reflexión:
En esta espera y preparación para la venida de Jesús, pidamos la gracia de tener un corazón humilde y sencillo, como el de los más "pequeños", a quienes Dios ha revelado Su Reino. Este Adviento es una oportunidad para renovarnos en la fe, alejarnos del orgullo y las preocupaciones mundanas, y acercarnos a Dios con espíritu de pobreza y disponibilidad.
Así como los discípulos recibieron el gozo de conocer la presencia de Jesús en sus vidas, nosotros también estamos llamados a experimentar esa misma alegría. El Señor viene a nuestro encuentro de manera humilde y sencilla, y a veces necesitamos mirar con los ojos del corazón para reconocerlo en medio de los superficiales preparativos navideños del mundo.
Oración:
Señor Jesús, te doy gracias porque, aunque soy pequeño y a menudo me siento insignificante, Tú has revelado Tu Reino a los humildes de corazón. Ayúdame a vivir este Adviento con un corazón de niño, humilde y confiado, que se abre a Tu palabra con alegría. Que en este tiempo de espera, mis ojos se abran a Tu luz y mi corazón se llene de esa paz que solo Tú puedes ofrecerme. Amén.
Miércoles de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 15, 30.32.35-37
Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino». El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Reflexión:
Hoy vemos cómo Jesús se preocupa profundamente por las necesidades de las personas, tanto físicas como espirituales. Él no solo sana a los enfermos, sino que también se asegura de que la multitud, que ha seguido su enseñanza, no se vea abandonada ni desprotegida. En este gesto de dar de comer, Jesús nos recuerda que Él es el Pan de Vida, que nos sacia en nuestras necesidades más profundas.
Durante este tiempo de Adviento, Jesús nos llama a seguir su ejemplo de compasión y generosidad, especialmente hacia aquellos que sufren o se encuentran en necesidad. Al igual que Él, somos invitados a reconocer las carencias de los demás y a compartir lo que tenemos, confiando en que, al hacerlo, Dios puede multiplicar nuestras acciones y recursos para el bien de todos. Este pasaje nos anima a prepararnos para recibir a Cristo en nuestras vidas, reconociendo que Él viene a sanar nuestras heridas, a darnos de su amor y a saciar nuestras almas con su presencia abundante.
Oración:
Señor Jesús, en este tiempo de Adviento te doy gracias por Tu compasión y generosidad. Te pido que sanes mis heridas, que satisfagas mis necesidades más profundas, especialmente las espirituales, y que me des caminar cada día con esperanza y alegría. Ayúdame a ser caritativo, confiando en Tu providencia, sabiendo que contigo nada me falta. En medio de las dificultades, quiero acercarme a Ti con la certeza de que Tú siempre tienes algo bueno para mí, que siempre tienes abundancia para dar y que yo también puedo dar en abundancia. Que Tu amor y Tu gracia me acompañen en todo momento. Amén.
Jueves de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 7, 21.24
No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Reflexión:
Hoy somos invitados a preguntarnos si realmente sabemos poner en práctica lo que aprendemos de Jesús. El Adviento no es un tiempo de espera pasiva, sino un llamado a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, a hacer realidad el Reino de los Cielos en nuestro corazón y en nuestra vida.
Como nos enseña Jesús, debemos construir nuestra vida sobre la roca sólida de Su palabra, especialmente en tiempos de incertidumbre o dificultad. No dejemos pasar la oportunidad de evaluar si nuestras acciones reflejan verdaderamente nuestra fe. ¿Estamos construyendo nuestra vida sobre la roca firme de la obediencia a Dios, o estamos permitiendo que las distracciones y las preocupaciones de la vida nos desvíen del camino?
Oración:
Señor Jesús, en este tiempo de Adviento quiero escucharte con un corazón dispuesto y poner en práctica Tu palabra. Ayúdame a ser fiel a Tu voluntad, no solo con palabras, sino con acciones. Que mi vida se construya sobre la roca sólida de Tu amor y Tu verdad, para que, cuando lleguen las pruebas, pueda permanecer firme en Ti. Dame la gracia de discernir Tu voluntad cada día y la fuerza para vivirla con paz y alegría. Amén.
Viernes de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 9, 28-30a
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: «¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?». Ellos le respondieron: «Sí, Señor». Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído». Y se les abrieron sus ojos.
Reflexión:
Hoy estamos llamados a renovar nuestra fe en la venida de Cristo, no solo para celebrar Su nacimiento, sino también para recibir Su sanación en nuestras vidas. Al igual que los ciegos que se mencionan en el Evangelio, debemos reconocer nuestra necesidad de Su ayuda y acercarnos con fe, creyendo que Él tiene el poder de sanar lo que está herido y transformarnos interiormente.
Este Adviento es un tiempo para prepararnos para recibir a Jesús, el Médico de nuestras almas. Es un tiempo para pedirle, con confianza y humildad, que cure nuestra ceguera espiritual y nos ayude a ver Su luz en medio de las tinieblas del mundo. Como los ciegos, que nuestra fe sea tan firme que podamos decir: "Señor, creo que Tú puedes sanarme".
Oración:
Señor Jesús, al igual que los ciegos de este pasaje, vengo ante Ti con un corazón lleno de fe. Te pido que me sanes de todas mis cegueras, tanto físicas como espirituales, y que me des la gracia de ver Tu luz en mi vida. Ayúdame a confiar plenamente en Tu poder y en Tu amor para esperar Tu venida con un corazón abierto y dispuesto. Que mi fe se fortalezca; al igual que los ciegos que curaste, pueda ver con claridad la belleza de Tu presencia en mi vida. Amén.
Sábado de la Primera Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 10, 5a.6-8
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente».
Reflexión:
Sepamos que como seguidores de Cristo, hoy estamos llamados no solo a esperar Su venida, sino a vivir nuestra vocación misionera. Al igual que los discípulos, debemos salir al mundo con un corazón lleno de compasión y acción, buscando sanar las heridas del alma y del cuerpo, anunciando el Reino de los Cielos con nuestra vida y nuestras palabras.
El pasaje nos recuerda que la misión de evangelizar es urgente, pero también está llena de esperanza, porque sabemos que el Señor está con nosotros, enviándonos y dándonos la autoridad para llevar a cabo Su obra. En este Adviento, reflexionemos sobre cómo podemos ser más fieles en nuestra misión, en nuestras familias, en la iglesia y en la sociedad. ¿Cómo podemos ser "obreros" en la mies de Dios, mostrando la compasión y la misericordia de Cristo?
Oración:
Señor Jesús, en este tiempo de Adviento, quiero responder a Tu llamado con generosidad y valentía. Te pido que me des un corazón lleno de compasión por los que sufren, por los que viven sin esperanza. Ayúdame a ser un instrumento de Tu paz y sanación en el mundo. Que, como los discípulos, pueda llevar Tu mensaje de amor y liberación, sabiendo que no es por mis fuerzas, sino por Tu gracia. Dame la valentía de seguir Tu ejemplo, de ser parte de los obreros que Tú envías a la mies. Ayúdame a ser un verdadero testigo de Tu Reino, dispuesto a darlo todo por los demás. Amén.
Nos santiguamos: Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
No olvides encender tu corona de adviento (instrucciones y oraciones aquí)
Oraciones para la Segunda Semana de Adviento
Segundo Domingo de Adviento
Evangelio según San Lucas 1, 30-31.38:
El Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el Angel se alejó.
Reflexión:
Al escuchar las palabras del ángel, "No temas, María", somos invitados a reflexionar sobre cómo Dios disipa nuestros miedos cuando confiamos en Él. María, una joven humilde de Nazaret, es elegida para ser la Madre del Salvador, no por su posición social o logros, sino por su humildad, su disposición de corazón y su total confianza en el plan de Dios. Su respuesta nos enseña que la verdadera grandeza radica en la entrega y la fe.
En el fiat de María encontramos un ejemplo perfecto de obediencia amorosa. Aceptar el plan de Dios no significa comprenderlo por completo, sino confiar en que Su voluntad siempre busca nuestro bien y el de toda la humanidad. María no solo acepta un papel importante, sino que abraza con valentía un camino lleno de desafíos. Ella no tiene todas las respuestas, pero confía plenamente en el Dios que la llama.
Durante este tiempo de Adviento se nos invita a mirar nuestra vida y preguntarnos: ¿Estamos abiertos a escuchar y aceptar el llamado de Dios? ¿Qué temores nos impiden decir "sí" a Su plan? A través de María aprendemos que cuando damos ese "sí" sincero, Dios nos llena de Su gracia y nos da la fuerza necesaria para cumplir con nuestra misión, aunque nos parezca grande o inalcanzable.
Finalmente, debemos recordar que María se convirtió en portadora de la Luz que estaba por venir, y nosotros, como cristianos, estamos llamados a hacer lo mismo. Al igual que ella, debemos preparar nuestro corazón para que Cristo habite en él y, desde ahí, llevar Su luz al mundo. Que María, nuestra Madre, nos inspire a vivir este Adviento con fe, confianza y entrega total a Dios.
Oración:
Señor Jesús, al igual que Tu Santisima Madre, quiero abrir mi corazón para que Tu voluntad se cumpla en mi vida. Dame la fe y la humildad para aceptar Tu plan, incluso cuando no lo entienda completamente. En este tiempo de Adviento, enséñame a decir "hágase en mí según Tu palabra" y a confiar en Tu amor infinito.
Prepárame, Señor, para recibirte con un corazón lleno de esperanza y disposición. Que Tu gracia me transforme, y que el ejemplo de María me inspire a caminar siempre en fidelidad y confianza en Ti. Amén.
Lunes de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según Lucas 5, 18-20
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver su fe, Jesús le dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados».
Reflexión:
Hoy se nos presenta una imagen poderosa de la fe activa y solidaria. Los hombres que cargaron al paralítico no se detuvieron ante las dificultades; vencieron obstáculos para llevarlo hasta el Señor, confiando en que Él tenía el poder de sanarle. En este tiempo de Adviento, se nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición para acercar a otros a Cristo. ¿Somos capaces de superar barreras, con fe y amor, para ayudar a quienes necesitan experimentar Su misericordia? Este acto de amistad y confianza nos desafía a ser instrumentos del amor de Dios en la vida de los demás.
Pero es bueno recordar que Jesús no solo sana físicamente al paralítico, sino que primero perdona sus pecados, recordándonos que la salvación del alma es el mayor regalo que podemos recibir. Durante la espera del nacimiento del Salvador, se nos llama a buscar una sanación integral: abrir nuestro corazón al perdón de Dios y a dejar que Él restaure nuestras vidas. Así como el paralítico experimentó la gracia de la sanación y el perdón, también nosotros podemos encontrar en Cristo una nueva esperanza y fortaleza para caminar hacia la vida nueva que Él nos ofrece.
Oración:
Señor Jesús, ayúdame a tener una fe viva y solidaria como la de los amigos del paralítico, para superar los obstáculos que me impiden acercarme a Ti y llevar a otros a Tu presencia. Perdona mis faltas, sana mis heridas y renueva mi vida con Tu gracia. Que al prepararme para celebrar Tu nacimiento, mi corazón se abra de par en par para recibir el regalo de Tu misericordia y amor. Amén.
Martes de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 18, 12-14
Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
Reflexión:
En este pasaje, Jesús nos muestra el corazón misericordioso del Padre al compararse con un pastor que deja a las 99 ovejas para buscar a la que se ha perdido. Este gesto nos recuerda que cada uno de nosotros tiene un valor infinito para Dios. En Adviento, tiempo de espera y preparación, se nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Él. ¿Nos dejamos encontrar por el Buen Pastor o seguimos alejándonos de su amor? Este tiempo es una oportunidad para reconocer nuestras caídas y abrirnos a su abrazo restaurador.
La alegría del pastor al encontrar a la oveja perdida refleja el gozo de Dios cuando uno de sus hijos regresa a Él. Así como el Adviento nos prepara para celebrar el nacimiento de Cristo, también nos invita a ser instrumentos de Su amor, ayudando a otros a encontrar el camino de regreso. Este llamado nos motiva a dejar de lado el egoísmo y buscar a quienes están perdidos o heridos, compartiendo la esperanza y la reconciliación que Cristo nos trae.
Oración:
Señor Jesús, te doy gracias por Tu amor y misericordia infinitos, porque no dudas en buscar a cada uno de nosotros, incluso cuando nos alejamos voluntariamente. En este tiempo de Adviento, inspírame a buscar y acoger a quienes están lejos de Ti, y también dejarme encontrar por Tu gracia. Ayúdame a vivir con alegría y esperanza, sabiendo que en Tu abrazo restaurador encontraré perdón, consuelo, paz y salvación. Llévame siempre de vuelta hacia Ti, y ayúdame a mostrar Tu amor y Misericordia en el mundo. Amén.
Miércoles de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 11, 28-30
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Reflexión:
Hoy Nuestro Señor nos invita a descansar en Él, nos ofrece un yugo suave y ligero. En un mundo lleno de preocupaciones, cansancio y ansiedad, estas palabras de Jesús son un profundo consuelo. Nos llama a acercarnos a Él con confianza, a dejar de lado las cargas que nos ahogan y a entregarnos a Su amor misericordioso. Durante este Adviento, que es tiempo de espera y preparación, esta invitación cobra un sentido especial; nos recuerda que la verdadera paz solo se encuentra en Jesús, porque es Él quien viene a liberarnos de nuestras cargas.
Es fundamental reflexionar sobre cuáles son esas cargas que estamos llevando y si estamos dispuestos a entregarlas a Cristo. Él, que nació para redimirnos, nos ofrece Su ayuda y nos promete descanso, ¿por qué no aceptarlo? En Jesús no solo encontramos alivio, sino también la verdadera libertad.
Oración:
Señor Jesús, te doy gracias porque me invitas a descansar en Ti. Ayúdame a poner mis cargas en Tus manos, a confiar en Tu amor y misericordia. Ven a mi vida, libera mi corazón del estrés y las preocupaciones mundanas, y enséñame a seguirte con humildad y confianza. Que Tu paz me acompañe en cada paso que doy, y que en este tiempo de espera, mi corazón se vacíe de los afanes de la vida humana, y se llene de esperanza y gratitud para recibirte dignamente. Amén.
Jueves de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 11, 11
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Reflexión:
Hoy se nos invita a reflexionar sobre la grandeza del Reino de Dios, donde no se miden los logros según los estándares humanos. A través de la figura de Juan, vemos la importancia de la humildad y el servicio, y cómo, en el Reino de Dios, aquellos que se entregan a la voluntad divina, aunque parezcan pequeños a los ojos del mundo, son elevados por su fe y obediencia.
Durante el Adviento estamos llamados a preparar nuestros corazones para recibir a Cristo, el más grande de todos, pero también el más humilde. Jesús, al nacer en un pesebre, nos enseña que la verdadera grandeza no está en el poder o la riqueza, sino en el amor, la humildad y el servicio. Que este Adviento nos permita reconocer nuestra pequeñez y, al mismo tiempo, la inmensidad del amor de Dios que nos invita a formar parte de Su Reino, sin importar nuestra condición.
Oración:
Señor Jesús, hoy te doy gracias por el ejemplo de humildad y servicio que nos das a través de Tu primo Juan Bautista y de Tu propio nacimiento. Ayúdame a reconocer que, aunque soy pequeño, en Tu Reino seré grande si aprendo a vivir en fe y obediencia. Que Tu amor me transforme y me haga reflejar Tu grandeza en humildad y servicio a los demás. Amén.
Viernes de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 11, 18-19
Llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: «¡Ha perdido la cabeza!». Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores». Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras».
Reflexión:
Mientras que unos criticaban a Juan por su austera vida de penitencia, otros también murmuraban contra Jesús, quien vivía de una forma más cercana a la gente, comiendo y bebiendo con ellos. Ambos, Juan y Jesús, cumplían la voluntad de Dios, pero no eran entendidos ni aceptados por todos. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición para acoger la voluntad de Dios, sin importar las expectativas o juicios del mundo.
En este Adviento, al igual que en tiempos de Jesús, debemos estar atentos a cómo Dios se presenta en nuestras vidas, más allá de nuestras expectativas y comodidades. No siempre reconoceremos Su presencia en las formas que nosotros esperábamos, pero Él siempre está cerca. Abrir nuestros corazones a Su venida es un acto de fe, y en este tiempo de espera, debemos estar dispuestos a recibirlo, no solo en los momentos solemnes, sino también en lo cotidiano. Que este Adviento sea una invitación a encontrar a Cristo en todos los aspectos de nuestra vida.
Oración:
Señor Jesús, ayúdame a reconocer Tu voz y Tu presencia en medio de mi vida cotidiana, a pesar de las expectativas mías y del mundo y de las distracciones. Enséñame a vivir con fe y humildad, tal como nos invitas a hacerlo. Que, al igual que Tú y Juan, viva mi misión desde la vida que me tocó vivir según la Voluntad del Padre y mi motivación no sea agradar a los demás sino a Ti. Amén.
Sábado de la Segunda Semana de Adviento
Evangelio según San Mateo 17, 11-12
El respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre».
Reflexión:
A Juan Bautista no lo supieron reconocer, y tampoco a Jesús. Hoy se nos invita a reflexionar sobre cómo, a menudo, esperamos grandes y espectaculares señales de Dios para reconocerle en nuestras vidas, pero Él se manifiesta en las formas más sencillas, como lo hizo en la vida de Juan. En este Adviento, estamos llamados a abrir los ojos a la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana, en las cosas humildes y sencillas, en aquellos actos que muchas veces son menospreciados por los demás.
Durante estos días de Adviento podemos preguntarnos si estamos realmente dispuestos a recibir a Cristo, no solo en el futuro, sino en el presente. Nuestro Señor está hoy entre nosotros, pero, ¿sabemos reconocerlo? Pidamos siempre a Nuestro Señor que nos enseñe a reconocer las pequeñas y humildes señales de Su presencia en nuestro día a día, y que no se nos pase la vida esperando grandes manifestaciones para hacer Su voluntad.
Oración:
Señor Jesús, hoy te pido que me ayudes a estar atento a Tu presencia en mi vida. Como Elías y Juan prepararon el camino para Tu venida, Te pedimos que también yo sepa preparar mi corazón para recibirte. Dame fe para encontrarte aún en las cosas pequeñas y sencillas, y para oír Tu voz en el día a día. Que mi corazón se encuentre siempre dispuesto a recibirte y a cumplir Tu voluntad. Amén.
Nos santiguamos: Que el Señor nos bendiga, nos proteja de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Pronto publicaremos aquí las demás reflexiones (2da, 3ra y 4ta semana) y también las reflexiones y oraciones en Youtube
Las lecturas fueron tomadas del Libro del Pueblo de Dios y corresponden al Ciclo C.