La Corona de Adviento es un símbolo lleno de significado que acompaña nuestra preparación para la Navidad. Cada una de sus velas, encendidas progresivamente durante las cuatro semanas de Adviento, nos invita a reflexionar sobre las virtudes fundamentales que guían nuestro camino hacia la venida de Cristo: la esperanza, la paz, la alegría y el amor.
En el centro de esta corona, una vela blanca, conocida como la Vela de Cristo, se enciende en Nochebuena o el día de Navidad, recordándonos que Jesús es la Luz del mundo, que ha venido a traer la salvación.
Cada vela tiene un significado, y es importante, como católicos conocerlo, para que cuando encendamos nuestra vela, meditemos sobre el mismo.
Significado de las velas de Adviento
Primera Vela (Morada): Esperanza – Vela de la Profecía
La primera vela de la Corona de Adviento, de color morado, representa la esperanza que los cristianos compartimos en la venida del Salvador. Esta vela nos recuerda las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban el Mesías que vendría a redimir a su pueblo. Durante este tiempo de espera, somos llamados a vivir con esperanza, sabiendo que Dios cumple siempre sus promesas.
“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz”. (Isaías 9, 1).
Isaías habla de la esperanza de un pueblo que vivía en oscuridad, esperando la luz que traería el Mesías. Esta esperanza se cumple en el nacimiento de Jesús, quien es la luz del mundo.
“Toda mi esperanza estriba sólo en tu gran misericordia” -San Agustín
Segunda Vela (Morada): Paz – Vela de Belén
La segunda vela, también de color morado, representa la paz que viene con la llegada de Cristo. La paz que Jesucristo trae no es la paz superficial o temporal, sino la paz verdadera que solo se encuentra en Él. La Vela de Belén recuerda el nacimiento de Jesús en un humilde pesebre, lo que trajo paz entre Dios y la humanidad.
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por Él!” (Lucas 2, 14).
El mensaje de los ángeles a los pastores en la noche del nacimiento de Jesús es un anuncio de la paz que Cristo trae al mundo. No es una paz que se consigue con el esfuerzo humano, sino una paz que es don de Dios.
«Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder; tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz.» – Santa Teresa de Jesús
Tercera Vela (Rosa): Alegría – Vela del Pastor
La tercera vela, de color rosa, representa la alegría que surge al acercarse la celebración del nacimiento de Jesús. Esta vela simboliza un tiempo de alegría profunda, ya que la llegada del Salvador al mundo nos llena de gozo y esperanza. Es la «Vela del Pastor», porque fueron los pastores quienes, al recibir el mensaje de los ángeles, se llenaron de alegría al saber que el Salvador había nacido.
“Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.’” (Lucas 2, 11).
La noticia de la venida del Salvador trajo una alegría inmensa a los pastores. En el contexto de Adviento, somos llamados a vivir con esa misma alegría, sabiendo que la salvación ya ha comenzado en Jesús.
«Dichoso quien no tiene más gozo y alegría que las palabras y obras del Señor». – San Francisco de Asís
Cuarta Vela (Morada): Amor – Vela del Ángel
La cuarta vela, también de color morado, representa el amor de Dios, mostrado perfectamente en el nacimiento de Jesús. Esta vela nos recuerda que el motivo de la venida de Cristo es el amor inmenso que Dios tiene por la humanidad. El amor de Dios no es abstracto, sino que se hizo carne en Jesucristo, quien vino a ofrecer su vida por nosotros.
“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.” (Juan 3, 16).
El amor de Dios por la humanidad es la fuerza motriz de toda la historia de la salvación. Este amor es tan grande que Dios envió a Su Hijo al mundo para salvarnos.
«Todo el bien que hagamos, hay que hacerlo por amor a Dios, y el mal que evitemos hay que evitarlo por amor de Dios». -San Francisco de Sales
Vela Blanca: Cristo – Luz del Mundo (Nochebuena o Navidad)
La vela blanca, que se enciende en Nochebuena o en el día de Navidad, simboliza a Cristo, la luz del mundo. Jesús es la luz que disipa las tinieblas del pecado y de la muerte, trayendo la salvación. En el centro de la Corona de Adviento, la Vela de Cristo nos recuerda que la Navidad no es solo el recuerdo del nacimiento de Jesús, sino la presencia viva de Cristo entre nosotros. Él es la fuente de toda luz y de toda vida.
“La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Juan 1, 9).
Jesús, que es la Luz, ilumina las tinieblas de nuestro corazón y nos guía hacia la vida eterna. En Navidad celebramos que esa luz ha venido al mundo.
«Él es, pues, la luz que ha creado esta luz que vemos. Amemos esta luz, comprendámosla, deseémosla para poder un día, conducidos por ella, llegar hasta ella y vivir en ella de manera que ya no podamos morir». -San Agustín
Cada una de estas velas refleja un aspecto importante del misterio de la Navidad y nos invita a vivir con mayor esperanza, paz, alegría, amor y, sobre todo, con la luz de Cristo en nuestros corazones.