Si María, al igual que todos nosotros es hija de Dios, ¿cómo puede ser Su madre? La respuesta corta es la siguiente: Llamamos a María «Madre de Dios» porque es la madre de Dios Hijo. Y sí, efectivamente no es madre de Dios Padre, ni de Dios Espíritu Santo.
Como bien sabemos, Dios es Uno y Trino. Esto significa que es un solo Dios, pero en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estos tres son indivisibles, son uno solo y por lo tanto reciben una misma adoración.
Analicemos un poco el dogma de la Iglesia Católica sobre la Maternidad Divina de María, que fue definido solemnemente por el Concilio de Éfeso en el año 431, donde se proclamó que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno:
«Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional […] unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne». (DS 251 ; CIC, 466)
Posteriormente fue reafirmado por otros Concilios como el de Calcedonia, los de Constantinopla y en nuestros tiempos, el Concilio Vaticano II, que se refiere al dogma así:
«María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial. Y, ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Santísima Virgen es venerada con el título de «Madre de Dios», a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades». (Lumen Gentium, 66)
Es importante recalcar que llamar a María «Madre de Dios» no intenta sugerir que ella sea coeterna con Dios, o que existió antes que Jesucristo, mucho menos que Dios Padre.
Hay que recordar que Jesús, Hijo de María, es completamente Dios, y completamente humano, no tiene una mitad divina y una mitad humana, sino que posee completamente ambas naturalezas.
San Juan Pablo II dijo en la Audiencia General del 27 de noviembre de 1996:
Al proclamar a María «Madre de Dios», la Iglesia desea afirmar que ella es la «Madre del Verbo encarnado, que es Dios». Su maternidad, por tanto, no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana.
Por todo lo anterior, los católicos sabemos que María no existió antes que la naturaleza divina de Jesús, pero sí que de ella nació en Su naturaleza humana.
San Juan Pablo II en la Audiencia General de 16 de marzo de 1988 lo explicaba así:
Cristo es el mismo Verbo eterno, Dios de Dios, que como Hijo es «engendrado» desde siempre por el Padre, y, según la carne, nació, en el tiempo, de la Virgen María. Por consiguiente, siendo Cristo un solo ser, María tiene derecho pleno de gozar del título de Madre de Dios, cómo se afirmaba ya desde hacía tiempo en la oración cristiana y en el pensamiento de los «padres».
Esto ha levantado argumentos, especialmente de otras denominaciones cristianas, que dicen que María, entonces, es Madre de Jesús como humano, mas no de Jesús como Dios. Pero si pensáramos así, estaríamos dividiendo a Jesús en Sus dos naturalezas, por ello el Concilio de Calcedonia, en el año 451, confesó:
Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona. (DS, 301-302 ; CIC, 467)
Este mismo concilio afirmó que Nuestro Señor Jesucristo es perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y cuerpo; consubstancial con el Padre según la divinidad, y consubstancial con nosotros según la humanidad […] Nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad.
Por tanto, Jesús no tiene dos naturalezas separadas, no existe un Jesús humano y uno divino. Jesús es uno solo, y posee ambas naturalezas, las cuales son inseparables. Entonces si María es Madre de Jesús, y Jesús es Dios, María es Madre de Dios. Es un título que le corresponde, no puede existir duda alguna.
San Juan Pablo II lo afirmó así:
La maternidad es una relación entre persona y persona: una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra. Por ello, María, al haber engendrado según la naturaleza humana a la persona de Jesús, que es persona divina, es Madre de Dios.
Cuándo se celebra Santa María Madre de Dios?
La Fiesta de Santa María, Madre de Dios (Theotokos) antiguamente se celebraba el 11 de octubre, sin embargo, con la última reforma del calendario, después del Concilio Vaticano II, se trasladó la fiesta al 1 de enero, cuando conluye la octava de Navidad, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad.
¿Podemos creer que María no es Madre de Dios?
Fuera de la Iglesia Católica, existen diversas creencias respecto a la Santísima Virgen María, sin embargo, para nosotros los católicos, al ser un dogma*, debemos creerlo, y por duro que suene, quien rechaza o niega un dogma comete herejía.
«Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema» (Concilo de Éfeso).
Nuestra Iglesia considera que no sólo es correcto llamar a María «Madre de Dios», sino que también es importante hacerlo. María concibió y llevó en su vientre a la única Persona, Jesucristo, que es Dios encarnado. Si negamos que ella es la Madre de Dios, entonces estamos negando que su Hijo, Cristo mismo, es Dios.
¿Qué es un dogma*?
Un dogma es una verdad absoluta revelada por Dios a la Santa Iglesia, sobre la cual no se cierne ninguna duda. Una vez proclamado solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, ni por el Papa ni por decisión conciliar. Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la doctrina católica.
Los dogmas no son imposiciones arbitrarias de la Iglesia; en realidad son declarados por la misma una vez que se ha estudiado suficiente sobre ellos, bajo la dirección del Espíritu Santo.
En la actualidad, la Iglesia católica reconoce 44 dogmas organizados en ocho categorías, los cuales iremos abordando poco a poco en este sitio web.
Por qué María es Madre de Dios en Youtube