Novena para casos imposibles

Novena para casos imposibles
Novena para casos imposibles

«…porque nada es imposible para Dios» -Lucas 1, 37

La Novena para casos imposibles es también conocida como el “Camino de la Encarnación”, esta es una novena de 9 meses en la que caminamos con Nuestra Señora durante todo su embarazo desde la Fiesta de la Anunciación hasta el día de Navidad, es decir desde el 25 de marzo hasta el 25 de diciembre.

Es una oportunidad para pedirle a María que tome 3 de nuestras peticiones más “imposibles” y las presente a Jesús, para interceder ante Él en nuestro nombre.

El «Fiat» de María en la Anunciación fue el momento en el que invitó a Jesús a morar en su seno, que se convirtió en su hogar de crianza durante nueve meses. El vientre Inmaculado de María fue el lugar donde el diminuto Cuerpo de su Hijo no sólo habitó, sino que creció y se desarrolló un poco más cada día.

El 25 de marzo invitamos a Jesús a morar en nosotros de una manera íntima y única. Mientras meditamos sobre cómo Jesús crece en el vientre de María, lo imaginamos expandiéndose dentro de nuestros propios corazones… creciendo para dejarle espacio para que habite más plenamente cada día.

Durante este tiempo, se recomienda asistir a misa y recibir los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Comunión el día 25 de cada mes.

Importante:

Nuestras 3 peticiones “imposibles” son significativas para cada uno de nosotros. No se las llevaríamos a Jesús y a María durante 9 meses si no fueran intenciones que llevamos en nuestro corazón, sin embargo, si recitamos de forma mecánica las oraciones, podríamos perdernos las gracias.

Creemos que nuestras intenciones deben ser el medio por el cual alcanzamos el objetivo final: profundizar nuestra relación con Jesús a través de la intercesión maternal de María. Pero ¿cómo?

Al orar por nuestras intenciones para los próximos 9 meses, pedimos que Nuestra Señora nos ayude a aumentar nuestra fe, confianza y esperanza mientras entregamos nuestros corazones al Señor. Debemos pedir al Espíritu Santo que nos ayude a guiarlos a través de una experiencia que implicará más que una simple recitación.


Cómo rezar la Novena para casos imposibles

Por cada una de las 3 gracias deseadas se rezará la Salve seguido de la Oración de Petición. Luego se meditará y se pedirá la gracia deseada.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración de petición: Virgen de la Encarnación, mil veces te saludamos, mil veces te alabamos por tu alegría cuando Dios se encarnó en ti. Porque eres tan poderosa Virgen y Madre de Dios, concédenos lo que te pedimos por amor de Dios.

Recuerda: Repetimos la Salve y la Oración de Petición 3 veces (una por cada intención).

Después de decir las oraciones anteriores, diga las siguientes oraciones:

Acordáos

Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti. Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados. No desatiendas mis súplicas, oh Madre de Dios, antes bien acógelas benignamente. Amén

Jaculatoria final (3 veces): Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar en el Cielo, en la Tierra y en todo lugar. Amén.

Ofrecemos 1 Ave María (por quienes propagan la devoción)

Al Santísimo Sacramento

Gracias, gracias Señor por todo lo bueno que recibo de ti cada día.
Gracias porque derramas en mi alma la dulzura infinita de tu misericordia.
Gracias porque me permitiste sentir tu perdón por mis múltiples faltas.
Gracias porque con ello me demuestras que nunca me abandonas.
Gracias por todas las alegrías que me ofreces.
Gracias por las penas que me envias.
Gracias también a ti, Señor, porque conservas para mi alma la esperanza y la fe.

Nos santiguamos

«Una doncella gentil, habiendo alojado a Dios en su vientre, pide como precio la salvación de los que están perdidos y la vida para los que están muertos». -San Pedro Crisólogo