Novena a la Virgen Desatanudos

Novena a la Virgen desatanudos
Novena a la Virgen desatanudos

Las madres siempre están desatando nudos en el hogar. María Santísima, la mejor de las madres, conoce muy bien los nudos que nos atan a pecados y a problemas que parecen no tener solución. Como la vemos en la pintura, ella desata nuestros nudos. Confiémoslo todo en sus manos. Sobre todo los nudos de la vida conyugal.

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Contrición:

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí;
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Tú;
antes querría haber muerto que haberte ofendido,
y propongo firmemente, ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amen

  • Oración inicial:

Santísima Virgen María, «la que desata los nudos», te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:

  • Decir las intenciones

Primer día:

"Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". -Mateo 1, 21

Breve reflexión:

Jesús es el gran desatador de nuestros pecados (nudos); pero también la Virgen María es la que le dio su carne y su sangre para que hecho hombre pudiera salvarnos del pecado y de la muerte. Dios se valió de una mujer para salvarnos; también se quiere valer de nosotros, como instrumentos para que su Hijo Jesús nos siga salvando.

Segundo Día:

El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios". -Lucas 1, 35

Breve reflexión:

Es Dios, Espíritu Santo, el que fecundo el vientre purísimo de María para que su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, naciera como hombre. Debido al pecado original es que no tenemos la posibilidad de nacer santos; pero desde el mismo momento en el que somos bautizados, acto por el cual se nos libra del pecado original, nuestro objetivo debe y tiene que ser el alcanzar la santidad, es decir , estar junto a Jesús en la vida eterna.

Tercer día:

Dijo María: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Y el ángel dejándola se fue. -Lucas 1, 38

Breve reflexión:

Debemos tratar de imitar la actitud de servicio de María. Es necesario que estemos con aquellas personas que tienen la necesidad de la Palabra de Dios, la que puede ser transmitida también con los pequeños actos buenos que realizamos cotidianamente.

Cuarto Día:

"Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón." -Lucas 2, 15-19

Breve reflexión:

Es nuestra misión como cristianos y como miembros de una misma Iglesia, el difundir a todo el mundo la Buena Noticia del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Para esto debemos alimentarnos permanentemente de su palabra en la Santa Misa y, al igual que María, guardarla y meditarla en nuestro corazón.

Quinto Día:

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones". -Lucas 2, 33-35

Breve reflexión:

Desde niño, Jesús cumplió con la misión encomendada por su Padre celestial, que fue la de transmitir su palabra. Sin embargo, no siempre fue entendido y aceptado dicho mensaje, lo cual derivó en su muerte. Pidámosle a Cristo, por intersección de María, que nos llene de valor para cambiar aquellas cosas que es posible cambiar y serenidad para soportar las que no podemos cambiar.

Sexto Día:

Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora." Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga".

-Juan 2, 4-5

Breve reflexión:

María, siendo Madre de Cristo, siempre hizo lo que Él le dijo. Imitemos permanentemente su obediencia a la voluntad de Dios y escuchémoslo día a día desde el Evangelio, donde Jesús nos dice que quiere que hagamos.

Séptimo Día:

"Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá" -Mateo 7, 7-8

Breve meditación:

La única manera de entablar un diálogo con Cristo o con María es a través de la oración. La oración hecha con fe es el arma más poderosa para luchar contra las confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. No olvidemos que Dios nos escucha siempre, pero a veces no nos da lo que pedimos, sino lo que verdaderamente necesitamos.

Octavo Día:

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. -Juan 19, 26-27

Breve reflexión:

Tanto es el amor que nos tiene Jesús, que antes de morir nos dejó a Maria, su propia madre, para que nos cuidara y nos guiara por el camino que Dios preparó para cada uno de nosotros.

Noveno Día:

Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. -Hechos 1, 14

"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. 2.De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. 3.Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; 4.quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse." -Hechos 2, 1-4

Breve reflexión:

El Padre nos envía en la fiesta de Pentecostés al Espíritu Santo para que obtengamos la fuerza necesaria para poder transmitir su mensaje. Esa fuerza nos es dada especialmente en el sacramento de la Confirmación junto con sus siete dones y también cada vez que lo pedimos humilde y confiadamente en la oración.

  • Breve meditación
  • Padre Nuestro
  • 10 Ave María
  • Gloria



Oración a Nuestra Señora «La que desata los nudos»:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tú que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, líbranos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en Él puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos. Amen.

  • Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protégeme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que Él pensó para mí. Amen.

Fuentes: