Cuando San Juan Pablo II sufrió el atentado el 13 de mayo de 1981, supo que una mano maternal guió la bala, la cual pasó por alto sus órganos principales.
De todas las personas del mundo, San Juan Pablo II fue el elegido como víctima por el asesino entrenado, Mehmet Ali Ağca.
Sorprendentemente, las balas no alcanzaron ninguno de los órganos vitales del Papa, y algunos miembros del equipo médico creyeron que una de ellas se desvió.
El cardenal Angelo Sodano habló en Fátima, Portugal, el 13 de mayo de 2000, y transmitió los pensamientos de San Juan Pablo II sobre este acontecimiento providencial de su vida:
Después del intento de asesinato del 13 de mayo de 1981, a Su Santidad le pareció evidente que fue «una mano maternal la que guió la trayectoria de la bala», permitiendo al Papa moribundo» detenerse «en el umbral de la muerte».
San Juan Pablo II volvió a referirse a este acontecimiento el 13 de mayo de 2001, recordando la protección maternal de María:
Pido a la Santísima Virgen María que manifieste su protección maternal a estos nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, en el día en que recordamos sus apariciones en Fátima. Yo mismo experimenté su protección el 13 de mayo hace veinte años.
Tercer secreto de Fátima
Según el Tercer Secreto de Fátima, recibido por Sor Lucía, asesinan a un hombre vestido de blanco.
Y vimos en una luz inmensa que es Dios: ‘algo parecido a como se ven las personas en un espejo cuando pasan delante de él’ un Obispo vestido de blanco ‘tuvimos la impresión de que era el Santo Padre’… fue asesinado por un grupo de militares que le dispararon balas y flechas, y de la misma manera murieron uno tras otro los demás Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, y varios laicos de diferentes grados y posiciones.
En la visión, le dispararon al Papa y lo asesinaron.
El entonces cardenal Joseph Ratzinger (posteriormente Papa Benedicto XVI) escribió en un comentario sobre el Tercer Secreto que el intento de asesinato de San Juan Pablo II demuestra que la visión no estaba escrita en piedra, sino que podía cambiarse:
Cuando, tras el intento de asesinato del 13 de mayo de 1981, el Santo Padre recibió el texto de la tercera parte del «secreto», ¿no era inevitable que viera en él su propio destino? Había estado muy cerca de la muerte y él mismo explicó su supervivencia con estas palabras: «…fue una mano materna la que guió la trayectoria de la bala y en su agonía el Papa se detuvo en el umbral de la muerte» (13 de mayo de 1994). El hecho de que «una mano materna» hubiera desviado la bala fatídica demuestra una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son fuerzas que pueden influir en la historia y que, al final, la oración es más poderosa que las balas y la fe más poderosa que los ejércitos.
San Juan Pablo II era un gran devoto de la Santísima Virgen y siempre invocaba su ayuda. No le sorprendía que ella intercediera cuando se lo pedía.
Atentado al Papa Juan Pablo II y la Virgen de Fátima en Youtube
Fuente: aleteia.org